Foro sobre la Historia de las Mujeres en el Consejo Provincial. 5 de
marzo de 2010
Mgtra. Jenny Londoño López
EL
MOVIMIENTO NACIONAL DE MUJERES EN ECUADOR
La estrepitosa caída del Muro de Berlín
y del paradigma socialista del Este, y el fortalecimiento del modelo neoliberal
en el mundo y, en el Ecuador, redujeron y debilitaron la institucionalidad del
Estado, echando a la desocupación a millares de empleados públicos y se inició
el desmantelamiento de los programas sociales del Estado benefactor. Cientos de
empresas quebraron y lanzaron a millares de trabajadores/as a la calle y, en
ese mismo proceso, se debilitó el movimiento sindical, perdiendo su peso
específico en la sociedad.
Paralelamente a esta especie de
orfandad y pérdida de la sombra protectiva del Estado, pero también de las utopías
inspiradoras, se agudizó un panorama gris de corrupción generalizada de
gobernantes y burócratas, lo que produjo también el debilitamiento de otras instituciones
tales como los movimientos sociales tradicionales: sindicatos, estudiantes,
maestros y partidos políticos.
En este contexto, surgieron nuevas
formas de expresión del movimiento social y aparecieron nuevos movimientos y
nuevos actores y actoras que tomaron fuerza en el espectro político. Fueron
éstos, entre otros, el Movimiento Indígena y el Movimiento de Mujeres, que
surgieron como los más representativos del movimiento social, en las últimas
décadas del siglo XX. Otros movimientos importantes fueron los de Derechos
Humanos, Defensa del Medio Ambiente, jóvenes, minorías étnicas y minorías
sexuales.
El Movimiento de Mujeres emergió
como una instancia de unidad y movilización de organizaciones de mujeres para
el impulso de objetivos estratégicos y/o coyunturales. En el Movimiento de Mujeres,
de acuerdo a la clásica definición sociológica,
existe una gran diversidad, no sólo en su composición de clase, étnica,
generacional, cultural, económica, social y religiosa, sino también en los
objetivos de lucha, en las estrategias y en las prácticas políticas. Dentro de esta diversidad se encuentra
también la referida a las doctrinas que respaldan los objetivos y acciones:
teorías feministas, diferentes visiones de la cuestión de género, y de la lucha
social reivindicativa. Pero es un Movimiento que se articula para movilizarse
por objetivos de lucha consensuados.
El Movimiento de Mujeres se
movilizó por cambios en la Constitución, reformas y nuevas leyes para impulsar
la equidad de género: leyes contra la violencia hacia la mujer, y leyes que
consignaran la igualdad de oportunidades.
A partir de la década de los 80
se crearon varias organizaciones de mujeres, algunas de carácter nacional,
otras de carácter provincial y local y muchas organizaciones populares
vinculadas a las luchas cotidianas por agua y servicios públicos, vivienda,
salud, etc. También surgieron muchas ONGs que se dedicaron a luchas focalizadas
en contextos específicos y con ideologías y objetivos diversos.
En la década de los ochentas emergió un
espacio de confluencia de varias organizaciones de mujeres, que se
autodenominó: "Acción por el Movimiento de Mujeres", que aglutinó y
coordinó acciones públicas de protesta y reclamo de demandas específicas para
las mujeres. Se impulsó la creación de
organismos estatales para elaborar políticas públicas con enfoque de género,
como la Dirección Nacional de la Mujer, DINAMU, adscrita al Ministerio de
Bienestar Social y la "Comisión especial de la Mujer, el Niño y la
Familia", del Congreso Nacional.
En el período 1984-1986, se
conformó el colectivo “Mujeres por la Democracia” que denunció las
arbitrariedades del gobierno de León Febres-Cordero y Participó activamente en
la campaña por el NO, en la consulta popular de dicho gobierno. En 1985, este
colectivo lideró la realización de una toma simbólica del City Bank, en
protesta por la retención de fondos ecuatorianos para el pago de la deuda externa.[1]
Surgieron también núcleos feministas que realizaron
en Ballenita (Península de Santa Elena), en 1986 y 1987, sendos Encuentros
sobre Teoría Feminista.[2]
Desde finales de los 80 se realizan varios foros y
talleres para debatir las reformas al Código penal, en lo relativo a la defensa
de la integridad física, síquica y sexual de las mujeres y se conforma un
fuerte movimiento que estructura y consigue la aprobación de la “Ley de la No
Violencia contra la Mujer”, en 1993.
En la década de los 90 se crean el
Foro de la mujer (1994); las Feministas Autónomas y la Coordinadora Política de
Mujeres Ecuatorianas (CPME), en 18 provincias. En junio del 96 la CPME promovió
la conformación de la Coalición Política de Mujeres Andinas, para articular a
las mujeres organizadas de los países andinos. A fines de 1997, se crea el
Consejo Nacional de las Mujeres, CONAMU y se negoció también la incorporación
de representantes del Movimiento de Mujeres en dos instancias: la Comisión Especial
Anticorrupción y la
Comisión Especial de Reformas Constitucionales. También se
previó la creación de un fondo de Equidad de Género para apoyar la acción del
CONAMU.[3]
La CPME, la más prolífica de las
organizaciones, impulsó con apoyo técnico y económico, la creación de la
Coordinadora Política Juvenil (1998), la Coordinadora Nacional de Mujeres
Negras, (1999), la Corporación de Mujeres Fronterizas (CODEMUF-2002), la Asociación
de Consejeras Provinciales del Ecuador, ACOPE, (2001) y la Asoc. de Mujeres de
Juntas Parroquiales Rurales, AMJUPRE. (2.005).
Otras organizaciones se incorporaron a las luchas de
género: el Consejo Nacional de Mujeres Indígenas del Ecuador, CONMIE; la Confederación de
Mujeres Ecuatorianas, CONFEMEC; Luna Creciente, el Colectivo Feminista, y una
gran variedad de organizaciones locales en todo el país, con sus agendas contra
la violencia a las mujeres, defensa de reivindicaciones socio-laborales, derechos
políticos e identidades sexuales.
El CONAMU, la CPME, la Coordinadora de Salud y
Género (CSG), Mujeres por la Democracia y otras organizaciones y ONGs trabajaron en la redacción y cabildeo de los
artículos incorporados a la Constitución Política de 1998, que consagraron la
igualdad de la mujer ante la ley y profundizaron este derecho en los procesos
de elección popular, en instancias de dirección y decisión públicas, en la
administración de justicia, en los organismos de control y en los partidos
políticos. En el mismo año, por gestión de la CPME, se creó la
"Defensoría Adjunta de la Mujer", dentro de la Defensoría del
Pueblo, espacio que se perdió, quedando
en su lugar la Dirección de la Mujer, la niñez y la adolescencia.
El Movimiento Nacional de Mujeres
desarrolló estrategias de interlocución con el Estado, para impulsar políticas
públicas con enfoque de género y se promovieron mecanismos de discriminación
positiva para forzar cambios estructurales en el ámbito del ejercicio de la
política, y reformas a la legislación.
Posteriormente tuvo una participación muy importante en la construcción
de propuestas para la Nueva Constitución, que fue aprobada, en el presente
Gobierno de la Revolución Ciudadana.
En varios escenarios de la lucha por
la equidad social, el Movimiento de Mujeres ha confluido con el Movimiento
Indígena, y con otros movimientos sociales, como por ejemplo en los
levantamientos y derrocamientos de los presidentes: Abdalá Bucarám, Jamil Mahuad, y Lucio Gutiérrez, en el
rechazo a los recortes del presupuesto para el gasto social, a los paquetazos
económicos, a la guerra con el Perú, a la inserción en el Plan Colombia, a la Base de Manta, a la
corrupción y desinstitucionalización del Estado ecuatoriano, etc.
Es evidente, pues, que el MNM en el Ecuador ha
tenido un rol fundamental en la lucha no solo por la equidad de género sino
también por la equidad social y por una democracia participativa e incluyente,
que ha cambiado una gran cantidad de leyes en el país, que incorporó alrededor
de 40 propuestas de género en la Constituyente de 1998-1999 y que logró
incorporar la transversalización de género en la Nueva Constitución aprobada en
2008.
En relación a las conquistas hechas, podemos enumerar: la Ley Contra la Violencia a la Mujer y la
Familia (1995) y su Reglamento expedido en 2004; la Ley de Maternidad Gratuita
y Atención a la Infancia (1994), la
formulación de Planes Estratégicos de Desarrollo Cantonal y la Ley de
Descentralización y Participación Ciudadana (1997); la Ley de Amparo Laboral
(1997), la Ley Electoral de Cuotas (2000) ; el Programa de Apoyo a las Mujeres
Rurales del Ecuador, PADEMUR. [4]
Etc.
En los últimos 3 años correspondientes al
gobierno del Eco. Rafael Correa ha aumentado el índice de participación
femenina en los procesos electorales, sobre todo en la Asamblea, concejalías,
juntas parroquiales y, en los nombramientos públicos, lo que ha generado un
impacto importante en el cambio de mentalidades y en la inclusión de políticas públicas
con enfoque de género.
Con el mandato de la nueva
Constitución de construir los Consejos de Igualdad, El CONAMU se convirtió en
Comisión de Transición hacia la conformación del “Consejo de las Mujeres y la
igualdad de género” y entre sus realizaciones podemos anotar la organización de
encuentros regionales con representantes de las organizaciones de mujeres para
recabar información sobre criterios de participación y mecanismos de
articulación e intereses de las mujeres en la construcción del nuevo Consejo.
El Consejo de Transición realizó
también la transversalización de género en el Plan Nacional del Buen Vivir
2009-2013, que fue presentado por la Secretaría de Planificación y Desarrollo,
SENPLADES, (12-2009), y el proceso de investigación sobre femicidio en ciudades con mayor índice de
criminalidad, con el objeto de generar un sistema de registro confiable que
aporte con datos sobre la violencia de género, intrafamiliar y sexual, que
permita elaborar e implementar políticas generales y
sectoriales que coadyuven a la desnaturalización de los
crímenes en contra de las mujeres.[5]
Pero si bien reconocemos estas acciones, existen dudas respecto a las
estrategias para construir el Consejo de Mujeres hacia la Igualdad de
Género.
Ha transcurrido bastante tiempo y no
existe claridad respecto a dicho proceso, a veces parecería que el CONAMU sigue
funcionando, como lo hacía antes, por ejemplo aprobando proyectos, y acciones
que deberían realizarse de manera posterior a la conformación del Consejo de
Mujeres. En ese sentido, pensamos que la Comisión de transición debería
concentrarse en las acciones necesarias para garantizar una amplia
participación de las organizaciones de mujeres en la discusión de esa nueva
institucionalidad, y en la formulación de su estructura, y que debe garantizar
la autonomía de ese Consejo, para que no pueda ser convertido en organismo
ideológico de ningún gobierno, sino que responda a las necesidades de las
mujeres.
Ciertamente hemos avanzado, pero las conquistas logradas en la última
Constitución requieren de la elaboración de leyes secundarias que regulen y
garanticen su cumplimiento, de la actualización de las legislaciones y de la
concreción de mecanismos de exigibilidad de los derechos ya reconocidos. Por
ejemplo, el acceso universal de las madres y amas de casa al Seguro Social y el
reconocimiento de que el trabajo reproductivo y doméstico es productivo y que genera
riqueza para la nación, no se han logrado traducir todavía en la legislación y
en el ejercicio y exigibilidad de esos derechos.
Las mujeres ecuatorianas hemos logrado la
equidad en el ingreso a la educación, pero se mantienen las brechas de las
mujeres rurales e indígenas en algunas provincias y lo que es peor, “las
mejoras educativas de las mujeres no redundan en una participación igualitaria
en el mercado laboral. La proporción de mujeres en la PEA apenas se ha
incrementado 3 puntos porcentuales en 15 años.
Las mujeres realizan mayoritariamente el
trabajo reproductivo no remunerado, lo que dificulta su acceso al empleo. El
desempleo femenino es el doble del masculino y aún las brechas respecto de los
ingresos de los hombres con el mismo nivel educativo oscilan entre el 20 y 30%.
Incluso si se corrigen los efectos de edad, experiencia, tipo de trabajo y
lugar de residencia, las mujeres ganan 14% menos que los hombres por realizar
igual trabajo.” [6] El
acceso al trabajo y a un salario justo es la base de la autonomía, autoestima y
empoderamiento de las mujeres.
Respecto de la salud materna: “En 1990, morían
117,2 madres por cada cien mil nacidos vivos y 50,7 en el año 2004; es decir,
2,3 veces menos (INEC). Pero la meta del 2015 (29,3 defunciones maternas por
cada cien mil nacidos vivos) está aún muy lejos.” “En el contexto
latinoamericano, la mortalidad materna del Ecuador se encuentra (todavía) entre
las más altas...”[7]
Las cifras de la
violencia contra la mujer son alarmantes, el documento Lupa Fiscal Género, con
el apoyo de UNIFEM y CONAMU, menciona que al menos 30,9% de las mujeres entre 15
y 49 años recibió algún tipo de violencia antes de cumplir 15 años, mientras
que en las mujeres alguna vez casadas o unidas, 31% recibió violencia física de
parte de su pareja, 40,7% violencia psicológica y 11,5% violencia sexual.[8]
El mismo
documento indica que las estadísticas de casos denunciados por violencia en las
Comisarías de la Mujer y la Familia (CMF), se incrementaron en 29% entre 1999 y
2006, lo cual puede ser una consecuencia de que las personas estén más
informadas sobre sus derechos y han perdido el miedo a denunciar. Sin embargo,
a pesar de este incremento no existió una asignación de recursos financieros
para el apoyo a víctimas en investigaciones y recuperación[9].
La falta de presupuesto para la lucha contra la violencia de género
imposibilitó la creación de un número suficiente de CMF en el país.
En muchos países el feminismo y/o los
movimientos de mujeres están perdiendo la combatividad de otros tiempos y
muchas de sus líderes han accedido a espacios de poder, o se han convertido en
técnicas de las ONGs, e incluso algunas se han acomodado al establishmen, sin
que cambien las estructuras autoritarias y patriarcales, lo que genera
desconfianza en las militantes, acerca de las posibilidades reales de incidir
en la sociedad a través de esos espacios de poder. En todo caso, esto es parte del riesgo que se
corre cuando se entra a participar en la burocracia estatal o en la tecnocracia
oenegeista. En ese sentido es importante
que el Movimiento Nacional de Mujeres mantenga su independencia y autonomía de
los gobiernos de turno, para poder exigir y proponer nuevas leyes o reformas a
leyes que mejoren y garanticen una vida más plena y equitativa a las mujeres,
sin perder el derecho a la sana crítica y a exigir la rendición de cuentas.
Queda mucho por hacer en términos de lograr que los
objetivos fundamentales del Feminismo, teoría humanista, que busca la
deconstrucción de la sociedad patriarcal, se conozcan, se difundan, se hagan
carne de todas las personas, a través de la definición de nuevos modelos de
sociedad basados en un cambio de las actuales estructuras económicas,
políticas, sociales, culturales y simbólicas, que garanticen un mundo con
equidad de género y equidad social. Esta
difusión debe hacerse a través del sistema educativo formal e informal, en el
hogar, escuelas, colegios, universidades,
zonas rurales, barrios marginales, medios de comunicación masivos. No existe
otra fórmula para cambiar las concepciones patriarcales y machistas. Para
desarrollar estos programas se requiere también que mujeres convencidas de su
necesidad, y en espacios de poder, los impulsen
y pongan en marcha. Ustedes,
mujeres que me escuchan pueden cambiar las relaciones de género en su hogar,
dando un trato equitativo a sus hijos e hijas, rechazando conductas
patriarcales en el hogar.
Queda mucho por hacer también para
construir un mundo que, como diría Erich Fromm, concilie el significado y el
SER, realizando sus potencialidades. Es
hora de que los seres humanos, hombres y mujeres, decidamos luchar
colectivamente por la vida. Solo unidos
podemos detener la destrucción del planeta, rescatar nuestra relación
simbiótica con el universo. Esta guerra que no se basa en armamento bélico,
bombas, granadas, fusiles, tanques, sino en ideas, en conceptos nuevos, dignos,
equitativos, solidarios, solo la ganaremos cuando nuestra sociedad construya la
equidad social y de género y se fundamente en la construcción del SER y no del
TENER, porque la causa de todas las iniquidades obedece a la compulsión
patriarcal de apropiarse de las riquezas, de los territorios, de los medios de
producción y de las personas, en especial, de las mujeres y los infantes.
[1] Mujeres por la Democracia, 15 años, Atopos,
Quito, 1999.
[2] Estas vivencias fueron recogidas en un
volumen titulado "Tomando fuerza para volar con fibra", publicado por
el "Centro de Información y Apoyo a la Mujer -CIAM-, de Quito y el
"Centro de Apoyo a la Mujer" -CAM-, de Guayaquil. En ArtÌculo en el
diario "El Comercio", 1989: El
Centro de Apoyo a la Mujer tiene nueva casa, 15 de julio.
[3] Londoño, Jenny: Situación y propuestas de las mujeres
andinas: Aportes para la carta social del parlamento andino, Alfer, Quito, 1999.
[4] Ariadna Reyes y Rocío Rosero. Plan de
Igualdad de Oportunidades de las Mujeres Ecuatorianas. CONAMU. Quito, Marzo
2005.
[5] El Femicidio en el Ecuador: Página web de la
Comisión de Transición hacia el Consejo de las Mujeres y la Igualdad de Género.
Novbre 25.
[6] Ibidem
[7] Ibídem.
[8] Encuesta
Demográfica y de Salud Materna e Infantil (ENDEMAIN), 2004; en Lupa Fiscal
Género; El enfoque de género en la asignación de recursos: Invirtiendo en un
Ecuador más equitativo; Informe 1; Grupo FARO; UNIFEM, CONAMU; abril 2007; pág.
10.
[9] Lupa Fiscal
Género; El enfoque de género en la asignación de recursos: Invirtiendo en un
Ecuador más equitativo; Informe 1; Grupo FARO; UNIFEM, CONAMU; abril 2007; pág.
12.
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