martes, 13 de agosto de 2013

UN LARGO CAMINO: LA LUCHA DE LAS MUJERES POR LA EQUIDAD.


Foro sobre la Historia de las Mujeres en el Consejo Provincial. 5 de marzo de 2010

Mgtra. Jenny Londoño López


EL MOVIMIENTO NACIONAL DE MUJERES EN ECUADOR

La estrepitosa caída del Muro de Berlín y del paradigma socialista del Este, y el fortalecimiento del modelo neoliberal en el mundo y, en el Ecuador, redujeron y debilitaron la institucionalidad del Estado, echando a la desocupación a millares de empleados públicos y se inició el desmantelamiento de los programas sociales del Estado benefactor. Cientos de empresas quebraron y lanzaron a millares de trabajadores/as a la calle y, en ese mismo proceso, se debilitó el movimiento sindical, perdiendo su peso específico en la sociedad. 

Paralelamente a esta especie de orfandad y pérdida de la sombra protectiva del Estado, pero también de las utopías inspiradoras, se agudizó un panorama gris de corrupción generalizada de gobernantes y burócratas, lo que produjo también el debilitamiento de otras instituciones tales como los movimientos sociales tradicionales: sindicatos, estudiantes, maestros y partidos políticos.

En este contexto, surgieron nuevas formas de expresión del movimiento social y aparecieron nuevos movimientos y nuevos actores y actoras que tomaron fuerza en el espectro político. Fueron éstos, entre otros, el Movimiento Indígena y el Movimiento de Mujeres, que surgieron como los más representativos del movimiento social, en las últimas décadas del siglo XX. Otros movimientos importantes fueron los de Derechos Humanos, Defensa del Medio Ambiente, jóvenes, minorías étnicas y minorías sexuales.

El Movimiento de Mujeres emergió como una instancia de unidad y movilización de organizaciones de mujeres para el impulso de objetivos estratégicos y/o coyunturales. En el Movimiento de Mujeres, de acuerdo a la clásica definición sociológica,  existe una gran diversidad, no sólo en su composición de clase, étnica, generacional, cultural, económica, social y religiosa, sino también en los objetivos de lucha, en las estrategias y en las prácticas políticas.  Dentro de esta diversidad se encuentra también la referida a las doctrinas que respaldan los objetivos y acciones: teorías feministas, diferentes visiones de la cuestión de género, y de la lucha social reivindicativa. Pero es un Movimiento que se articula para movilizarse por objetivos de lucha consensuados.

El Movimiento de Mujeres se movilizó por cambios en la Constitución, reformas y nuevas leyes para impulsar la equidad de género: leyes contra la violencia hacia la mujer, y leyes que consignaran la igualdad de oportunidades.  A partir de  la década de los 80 se crearon varias organizaciones de mujeres, algunas de carácter nacional, otras de carácter provincial y local y muchas organizaciones populares vinculadas a las luchas cotidianas por agua y servicios públicos, vivienda, salud, etc. También surgieron muchas ONGs que se dedicaron a luchas focalizadas en contextos específicos y con ideologías y objetivos diversos.

En la década de los ochentas emergió un espacio de confluencia de varias organizaciones de mujeres, que se autodenominó: "Acción por el Movimiento de Mujeres", que aglutinó y coordinó acciones públicas de protesta y reclamo de demandas específicas para las mujeres.  Se impulsó la creación de organismos estatales para elaborar políticas públicas con enfoque de género, como la Dirección Nacional de la Mujer, DINAMU, adscrita al Ministerio de Bienestar Social y la "Comisión especial de la Mujer, el Niño y la Familia", del Congreso Nacional.

En el período 1984-1986, se conformó el colectivo “Mujeres por la Democracia” que denunció las arbitrariedades del gobierno de León Febres-Cordero y Participó activamente en la campaña por el NO, en la consulta popular de dicho gobierno. En 1985, este colectivo lideró la realización de una toma simbólica del City Bank, en protesta por la retención de fondos ecuatorianos para el pago de la deuda externa.[1]

Surgieron también núcleos feministas que realizaron en Ballenita (Península de Santa Elena), en 1986 y 1987, sendos Encuentros sobre Teoría Feminista.[2]

Desde finales de los 80 se realizan varios foros y talleres para debatir las reformas al Código penal, en lo relativo a la defensa de la integridad física, síquica y sexual de las mujeres y se conforma un fuerte movimiento que estructura y consigue la aprobación de la “Ley de la No Violencia contra la Mujer”, en 1993. 

En la década de los 90 se crean el Foro de la mujer (1994); las Feministas Autónomas y la Coordinadora Política de Mujeres Ecuatorianas (CPME), en 18 provincias. En junio del 96 la CPME promovió la conformación de la Coalición Política de Mujeres Andinas, para articular a las mujeres organizadas de los países andinos. A fines de 1997, se crea el Consejo Nacional de las Mujeres, CONAMU y se negoció también la incorporación de representantes del Movimiento de Mujeres en dos instancias: la Comisión Especial Anticorrupción y la Comisión Especial de Reformas Constitucionales. También se previó la creación de un fondo de Equidad de Género para apoyar la acción del CONAMU.[3]

La CPME, la más prolífica de las organizaciones, impulsó con apoyo técnico y económico, la creación de la Coordinadora Política Juvenil (1998), la Coordinadora Nacional de Mujeres Negras, (1999), la Corporación de Mujeres Fronterizas (CODEMUF-2002), la Asociación de Consejeras Provinciales del Ecuador, ACOPE, (2001) y la Asoc. de Mujeres de Juntas Parroquiales Rurales, AMJUPRE. (2.005).

Otras  organizaciones se incorporaron a las luchas de género: el Consejo Nacional de Mujeres Indígenas del Ecuador, CONMIE; la Confederación de Mujeres Ecuatorianas, CONFEMEC; Luna Creciente, el Colectivo Feminista, y una gran variedad de organizaciones locales en todo el país, con sus agendas contra la violencia a las mujeres, defensa de reivindicaciones socio-laborales, derechos políticos e identidades sexuales.

El CONAMU, la CPME, la Coordinadora de Salud y Género (CSG), Mujeres por la Democracia y otras organizaciones y ONGs  trabajaron en la redacción y cabildeo de los artículos incorporados a la Constitución Política de 1998, que consagraron la igualdad de la mujer ante la ley y profundizaron este derecho en los procesos de elección popular, en instancias de dirección y decisión públicas, en la administración de justicia, en los organismos de control y en los partidos políticos.  En el mismo año,  por gestión de la CPME, se creó la "Defensoría Adjunta de la Mujer", dentro de la Defensoría del Pueblo,  espacio que se perdió, quedando en su lugar la Dirección de la Mujer, la niñez y la adolescencia.

El Movimiento Nacional de Mujeres desarrolló estrategias de interlocución con el Estado, para impulsar políticas públicas con enfoque de género y se promovieron mecanismos de discriminación positiva para forzar cambios estructurales en el ámbito del ejercicio de la política, y reformas a la legislación.  Posteriormente tuvo una participación muy importante en la construcción de propuestas para la Nueva Constitución, que fue aprobada, en el presente Gobierno de la Revolución Ciudadana.

En varios escenarios de la lucha por la equidad social, el Movimiento de Mujeres ha confluido con el Movimiento Indígena, y con otros movimientos sociales, como por ejemplo en los levantamientos y derrocamientos de los presidentes: Abdalá Bucarám,  Jamil Mahuad, y Lucio Gutiérrez, en el rechazo a los recortes del presupuesto para el gasto social, a los paquetazos económicos, a la guerra con el Perú, a la inserción en el Plan Colombia, a la Base de Manta, a la corrupción y desinstitucionalización del Estado ecuatoriano, etc. 

Es evidente, pues, que el MNM en el Ecuador ha tenido un rol fundamental en la lucha no solo por la equidad de género sino también por la equidad social y por una democracia participativa e incluyente, que ha cambiado una gran cantidad de leyes en el país, que incorporó alrededor de 40 propuestas de género en la Constituyente de 1998-1999 y que logró incorporar la transversalización de género en la Nueva Constitución aprobada en 2008.

En relación a las conquistas hechas,  podemos enumerar:  la Ley Contra la Violencia a la Mujer y la Familia (1995) y su Reglamento expedido en 2004; la Ley de Maternidad Gratuita y Atención a la Infancia (1994),  la formulación de Planes Estratégicos de Desarrollo Cantonal y la Ley de Descentralización y Participación Ciudadana (1997); la Ley de Amparo Laboral (1997), la Ley Electoral de Cuotas (2000) ; el Programa de Apoyo a las Mujeres Rurales del Ecuador, PADEMUR. [4] Etc.

En los últimos 3 años correspondientes al gobierno del Eco. Rafael Correa ha aumentado el índice de participación femenina en los procesos electorales, sobre todo en la Asamblea, concejalías, juntas parroquiales y, en los nombramientos públicos, lo que ha generado un impacto importante en el cambio de mentalidades y en la inclusión de políticas públicas con enfoque de género.
Con el mandato de la nueva Constitución de construir los Consejos de Igualdad, El CONAMU se convirtió en Comisión de Transición hacia la conformación del “Consejo de las Mujeres y la igualdad de género” y entre sus realizaciones podemos anotar la organización de encuentros regionales con representantes de las organizaciones de mujeres para recabar información sobre criterios de participación y mecanismos de articulación e intereses de las mujeres en la construcción del nuevo Consejo.

El Consejo de Transición realizó también la transversalización de género en el Plan Nacional del Buen Vivir 2009-2013, que fue presentado por la Secretaría de Planificación y Desarrollo, SENPLADES, (12-2009), y el proceso de investigación sobre femicidio en ciudades con mayor índice de criminalidad, con el objeto de generar un sistema de registro confiable que aporte con datos sobre la violencia de género, intrafamiliar y sexual, que permita elaborar e implementar políticas generales y sectoriales que coadyuven a la desnaturalización de los crímenes en contra de las mujeres.[5]  Pero si bien reconocemos estas acciones, existen dudas respecto a las estrategias para construir el Consejo de Mujeres hacia la Igualdad de Género. 
Ha transcurrido bastante tiempo y no existe claridad respecto a dicho proceso, a veces parecería que el CONAMU sigue funcionando, como lo hacía antes, por ejemplo aprobando proyectos, y acciones que deberían realizarse de manera posterior a la conformación del Consejo de Mujeres. En ese sentido, pensamos que la Comisión de transición debería concentrarse en las acciones necesarias para garantizar una amplia participación de las organizaciones de mujeres en la discusión de esa nueva institucionalidad, y en la formulación de su estructura, y que debe garantizar la autonomía de ese Consejo, para que no pueda ser convertido en organismo ideológico de ningún gobierno, sino que responda a las necesidades de las mujeres.

Ciertamente hemos avanzado, pero las conquistas logradas en la última Constitución requieren de la elaboración de leyes secundarias que regulen y garanticen su cumplimiento, de la actualización de las legislaciones y de la concreción de mecanismos de exigibilidad de los derechos ya reconocidos. Por ejemplo, el acceso universal de las madres y amas de casa al Seguro Social y el reconocimiento de que el trabajo reproductivo y doméstico es productivo y que genera riqueza para la nación, no se han logrado traducir todavía en la legislación y en el ejercicio y exigibilidad de esos derechos.

Las mujeres ecuatorianas hemos logrado la equidad en el ingreso a la educación, pero se mantienen las brechas de las mujeres rurales e indígenas en algunas provincias y lo que es peor, “las mejoras educativas de las mujeres no redundan en una participación igualitaria en el mercado laboral. La proporción de mujeres en la PEA apenas se ha incrementado 3 puntos porcentuales en 15 años.

Las mujeres realizan mayoritariamente el trabajo reproductivo no remunerado, lo que dificulta su acceso al empleo. El desempleo femenino es el doble del masculino y aún las brechas respecto de los ingresos de los hombres con el mismo nivel educativo oscilan entre el 20 y 30%. Incluso si se corrigen los efectos de edad, experiencia, tipo de trabajo y lugar de residencia, las mujeres ganan 14% menos que los hombres por realizar igual trabajo.” [6] El acceso al trabajo y a un salario justo es la base de la autonomía, autoestima y empoderamiento de las mujeres.

Respecto de la salud materna: “En 1990, morían 117,2 madres por cada cien mil nacidos vivos y 50,7 en el año 2004; es decir, 2,3 veces menos (INEC). Pero la meta del 2015 (29,3 defunciones maternas por cada cien mil nacidos vivos) está aún muy lejos.” “En el contexto latinoamericano, la mortalidad materna del Ecuador se encuentra (todavía) entre las más altas...”[7] 

Las cifras de la violencia contra la mujer son alarmantes, el documento Lupa Fiscal Género, con el apoyo de UNIFEM y CONAMU, menciona que al menos 30,9% de las mujeres entre 15 y 49 años recibió algún tipo de violencia antes de cumplir 15 años, mientras que en las mujeres alguna vez casadas o unidas, 31% recibió violencia física de parte de su pareja, 40,7% violencia psicológica y 11,5% violencia sexual.[8] 

El mismo documento indica que las estadísticas de casos denunciados por violencia en las Comisarías de la Mujer y la Familia (CMF), se incrementaron en 29% entre 1999 y 2006, lo cual puede ser una consecuencia de que las personas estén más informadas sobre sus derechos y han perdido el miedo a denunciar. Sin embargo, a pesar de este incremento no existió una asignación de recursos financieros para el apoyo a víctimas en investigaciones y recuperación[9].  La falta de presupuesto para la lucha contra la violencia de género imposibilitó la creación de un número suficiente de CMF en el país.
En muchos países el feminismo y/o los movimientos de mujeres están perdiendo la combatividad de otros tiempos y muchas de sus líderes han accedido a espacios de poder, o se han convertido en técnicas de las ONGs, e incluso algunas se han acomodado al establishmen, sin que cambien las estructuras autoritarias y patriarcales, lo que genera desconfianza en las militantes, acerca de las posibilidades reales de incidir en la sociedad a través de esos espacios de poder.  En todo caso, esto es parte del riesgo que se corre cuando se entra a participar en la burocracia estatal o en la tecnocracia oenegeista.  En ese sentido es importante que el Movimiento Nacional de Mujeres mantenga su independencia y autonomía de los gobiernos de turno, para poder exigir y proponer nuevas leyes o reformas a leyes que mejoren y garanticen una vida más plena y equitativa a las mujeres, sin perder el derecho a la sana crítica y a exigir la rendición de cuentas.

Queda mucho por hacer en términos de lograr que los objetivos fundamentales del Feminismo, teoría humanista, que busca la deconstrucción de la sociedad patriarcal, se conozcan, se difundan, se hagan carne de todas las personas, a través de la definición de nuevos modelos de sociedad basados en un cambio de las actuales estructuras económicas, políticas, sociales, culturales y simbólicas, que garanticen un mundo con equidad de género y equidad social.  Esta difusión debe hacerse a través del sistema educativo formal e informal, en el hogar,  escuelas, colegios, universidades, zonas rurales, barrios marginales, medios de comunicación masivos. No existe otra fórmula para cambiar las concepciones patriarcales y machistas. Para desarrollar estos programas se requiere también que mujeres convencidas de su necesidad, y en espacios de poder, los impulsen  y pongan en marcha.  Ustedes, mujeres que me escuchan pueden cambiar las relaciones de género en su hogar, dando un trato equitativo a sus hijos e hijas, rechazando conductas patriarcales en el hogar.

Queda mucho por hacer también para construir un mundo que, como diría Erich Fromm, concilie el significado y el SER, realizando sus potencialidades.  Es hora de que los seres humanos, hombres y mujeres, decidamos luchar colectivamente por la vida.  Solo unidos podemos detener la destrucción del planeta, rescatar nuestra relación simbiótica con el universo. Esta guerra que no se basa en armamento bélico, bombas, granadas, fusiles, tanques, sino en ideas, en conceptos nuevos, dignos, equitativos, solidarios, solo la ganaremos cuando nuestra sociedad construya la equidad social y de género y se fundamente en la construcción del SER y no del TENER, porque la causa de todas las iniquidades obedece a la compulsión patriarcal de apropiarse de las riquezas, de los territorios, de los medios de producción y de las personas, en especial, de las mujeres y los infantes.







[1]  Mujeres por la Democracia, 15 años, Atopos, Quito, 1999.
[2]   Estas vivencias fueron recogidas en un volumen titulado "Tomando fuerza para volar con fibra", publicado por el "Centro de Información y Apoyo a la Mujer -CIAM-, de Quito y el "Centro de Apoyo a la Mujer" -CAM-, de Guayaquil. En ArtÌculo en el diario "El Comercio", 1989:  El Centro de Apoyo a la Mujer tiene nueva casa, 15 de julio.
[3]  Londoño, Jenny:  Situación y propuestas de las mujeres andinas: Aportes para la carta social del parlamento andino,  Alfer, Quito, 1999.
[4]  Ariadna Reyes y Rocío Rosero. Plan de Igualdad de Oportunidades de las Mujeres Ecuatorianas. CONAMU. Quito, Marzo 2005. 
[5]  El Femicidio en el Ecuador: Página web de la Comisión de Transición hacia el Consejo de las Mujeres y la Igualdad de Género. Novbre 25.
[6] Ibidem
[7] Ibídem.
[8] Encuesta Demográfica y de Salud Materna e Infantil (ENDEMAIN), 2004; en Lupa Fiscal Género; El enfoque de género en la asignación de recursos: Invirtiendo en un Ecuador más equitativo; Informe 1; Grupo FARO; UNIFEM, CONAMU; abril 2007; pág. 10.
[9] Lupa Fiscal Género; El enfoque de género en la asignación de recursos: Invirtiendo en un Ecuador más equitativo; Informe 1; Grupo FARO; UNIFEM, CONAMU; abril 2007; pág. 12.

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