martes, 21 de mayo de 2013

CARTA DE UN ATEO


Por Alex Palencia
Artista en resistencia

Honduras.



Recuerdo que a la edad de ocho años, mientras mi abuela se balanceaba en una silla mecedora, observábamos en silencio al cielo, con plena admiración, una luna esplendorosa que no podía ser más bella, ensombrecida a veces únicamente por grises nubes que opacaban por ratos su brillo. Era costumbre nuestra, salir al patio al caer la noche en el campo y escuchar historias contadas por la abuela, mas cuando la luna era llena se quedaba un poco en silencio con cierto aire reflexivo.

Siempre me gustaron sus historias sobre mujeres que se convertían en tenebrosas lechuzas; el sisimite, especie de hombre animal de pies torcidos que se robaba a las jóvenes bonitas del pueblo; o el cadejo, había uno blanco y otro negro o sea uno para el bien y otro para el mal –de acuerdo a la leyenda-; el hombre que se convertía en jaguar para defenderse de sus peores enemigos; el duende, enano con sombrero de charro mexicano, este era pederasta, pues le gustaban los niños; y no podía faltar el cuento de la sucia, que siempre terminaba de la misma forma, toma tu teta que soy tu nana; me gustaba escuchar estas historias y contrario a los demás cipotes nunca tuve miedo de ellas, la abuela las contaba también llenas de detalles propios del surrealismo mágico, será por eso que nunca me gusta García Márquez. 
Esa noche mientras, mirábamos al cielo, olímpicamente me adelanto a la conversación, de pronto rompo el silencio y con una irreverencia absoluta en medio de mi ingenuidad, como un rayo, lanzo al viento una pregunta:

¿Abuela porque la luna esta allí y nos se cae?   

Sus pequeños ojos amarillo pardo, brillaron con la intensidad de quien ha vivido una vida dura, luchando día a día por sobrevivir en un mundo dominado por hombres; y es que a ella siempre la consideré una matriarca, una sobreviviente de la vida, era mi heroína; casada a la fuerza a los catorce años con un terrateniente de sesenta, quien por celos a sus empleados la mantenía cautiva en una gran casa de hacienda; ahorró cuanto pudo y una noche después de cuatro años de suplicios, se escapó con sus dos hijas en brazos, cruzó ríos, quebradas y matorrales, hasta llegar a los campos bananales, allí se instaló y monto un comedor y después otro y otro, hizo una vida, hasta llegó a hacer dinero. Crió a sus hijas, también a sus nietos. 

Yo conocía su historia más que nadie, pues, cada vez que había luna llena, salíamos al patio, ella en su silla mecedora y yo en mi caballo de palo, y entre otras historias fantásticas siempre me contaba la de ella, no se le olvidaba un detalle, siempre era la misma, por eso nunca dudé que fuera otra historia más, la de ella era absolutamente real. Mi pregunta la tomó de sorpresa, como quien no espera la lluvia, se volteó con aire señorial, y sus pequeños ojos que aún conservaban cierta belleza parecieron fulminarme, sus palabras aun hoy, son como ecos que retumban en mis oídos… 

¡Porque Dios quiere, bruto!

Eureka! el cielo se abrió para mi, las nubes batieron sus alas y se esparcieron bajo el cielo mientras la luna en todo su esplendor me bañaba con su luz; hacía pocas horas había estado leyendo el cuento de Newton sentado bajo el árbol de manzano, donde el reflexionaba porqué los objetos caen en la tierra, y porqué los planetas giran alrededor del sol. Obviamente mi abuela una inteligente mujer que tuvo la mala fortuna, igual que la de miles de hondureños, de no haber pisado nunca una escuela, jamás había oído hablar de tal cosa, entendí que, pese a ganarme haciendo cuentas mentalmente; dos reales, mas setenta y tres pesos, menos tanto ¿Igual a cuánto?... Y antes de que yo me acordara qué era un real, pues ya no se usaban, aunque ella insistía en los tales reales! Con una velocidad impresionante había hecho el cálculo matemático, y sólo después, con una voz imperiosa sentenciaba:  
¡nada te enseñan en esa escuela!   

Ahora era mi turno, con voz pausada y coloquial, le armé un discurso sobre el cuento de Newton y su manzana, a lo que ella respondió con cierto desagrado:

¡Deja de leer tonteras, la luna esta allí porque Dios quiere y punto!

Esa noche después de esa discusión, entre la ciencia y el conocimiento mágico religioso, me di cuenta que no sabe más la persona por ser más vieja, y que yo tenía la ventaja sobre quien de todas formas admiraba. Como siempre todas las noches antes de acostarnos era obligación rezar el padre nuestro y si había hecho algo indebido durante el día, de chascada, un Avemaría. Mientras me disponía a contar las vacas, una voz que reconocía hasta en el más profundo de los sueños, interrumpe tal tarea: 

¿Ya rezaste?... No, pues levántate, híncate y reza…, no, hoy no voy a rezar…, ¿por qué!, porque no creo en Dios!

Si la pregunta sobre la luna, le sorprendió, como quien no espera la lluvia; mi negación a Dios le cayó como la bomba de Hiroshima, estalló en una mezcla de dolor, frustración y cólera:

¡Ya lo sabía, saliste tan comunista como tu padre! 

Después de exorcizarme salió de mi cuarto implorando a Dios y bajando todos los santos y vírgenes del cielo:

¡Solo eso me faltaba, un comunista en la casa!

Que será eso?. pensé.

Desde entonces soy ateo, lo cual creo, no me hace nada especial, ni mejor ni peor persona, simplemente creo en el conocimiento científico como la más lógica forma de explicar los diferentes fenómenos de la naturaleza, no creo en el poder sobrenatural; en el señor de la barba, sentado en la nube dirigiendo al tránsito con su varita mágica, llámese  Krisna, Arjuna, Jehová, Yahvé o Yahweh,  Ala, Muhammad, Angus, Agni, Buda, Olorun, Mawu, Tezcatlipoca o Bolontiku. El mundo místico va mas allá, definitivamente, del mundo occidental de los cristianos y judíos, quienes nos impusieron su pesada cruz a fuerza de espada y garrote.

La idea de Dios, y hoy estoy más convencido que nunca, ha sido siempre la forma de controlar a hombres y mujeres, a través del miedo, falsas promesas y artilugios propios de quienes se creen dueños de nuestras vidas, individuos envestidos de semidioses, quienes se auto nombran elegidos de Dios, y se toman la arbitraria atribución, según ellos, de enseñarnos a los simples mortales que es lo que debemos o no debemos hacer, que es lo correcto e incorrecto, siempre bajo el criterio de defender sus mezquinos intereses; una característica más acentuada en los nuevos dizque profetas de hoy,  salvadores del mundo, pues a través de la historia la tradición ha sido que los profetas hagan votos de pobreza, renunciando a todo bien material, y se vayan  descalzos por el mundo enseñando el buen vivir, ejemplo de ello: Zaratustra, Buda, Jesús, Mahoma, San Francisco de Asís y otros, solo “comparables” a nuestros flamantes profetas: Cardenal Oscar Andrés  Rodríguez, Evelio Reyes, Oswaldo Canales, Juan José Pineda, Mario Tomas Barahona y otros de igual bagaje, cuya mayor aspiración parecer ser, es tener tantos bienes como sea posible, no importa si es a costa del sudor de miles de descamisados.

Estos nuestros voceros de la oligarquía, que se dicen ser cristianos, en verdad están más cercanos al pensamiento judío del viejo testamento, que a la nueva doctrina de Jesús el Nazareno. Están más cerca de Abraham, quien vendiera a Sara, su mujer, por unos cuantos animales y cachivaches al faraón, quien demostró tener más dignidad devolviéndosela; o Moisés cuando mandó a matar al pueblo de Madian, y para justificar su saqueo, los acusó de ser un pueblo idolatra. Y es que Moisés había engañado al pueblo judío con la falsa promesa de la tierra prometida y así los hizo caminar en círculos durante 40 años, durante ese tiempo no cultivaron, no criaron ganado, no construyeron casas, no sembraron ni una palmera… que quedaba?, saquear los pueblos por donde pasaban. 
No hay ejemplo más horroroso en la historia de la humanidad, que este mortal haya leído y que lo haya impresionado tanto como el acontecimiento de Madian.

La biblia viejo testamento, Números 31: Jehová habló entonces a Moisés y dijo véngate en los madianitas por los hijos de Israel. Después serás recogido a tu pueblo.
De modo que Moisés habló y dijo: equipen a hombres de entre ustedes para el ejército para que sirvan para Madian, para ejecutar la venganza de Jehová en Madian. Enviarán al ejército a mil de cada tribu de todas las tribus de Israel.
Por consiguiente, de los millares de Israel, mil fueron asignados de cada tribu, doce mil equipados para el ejercito… Y se pusieron a hacer la guerra contra Madianitas como Jehová había mandado a Moisés, y procedieron a matar a todo varón…. Se llevaron cautivas a las mujeres de Madian y a sus pequeñuelos y saquearon  todos sus animales domésticos y todo su ganado y todos sus medios de mantenimiento.  Quemaron a fuego todas sus ciudades…. Entonces Moisés y Eleazar el sacerdote y todos los principales de la asamblea salieron al encuentro de ellos… Y Moisés se indignó contra los hombres nombrados de las fuerzas de combate… De modo que Moisés  les dijo: ¿Han conservado viva a toda Hembra?.... Y ahora maten a todo varón entre los pequeñuelos y maten a toda mujer que haya tenido coito con hombre acostándose con varón….Y conserven vivas para ustedes a las pequeñuelas…”

Después  con lujos de detalles se hace un recuento del botín incautado y se procede a la repartición del saqueo, entre Moisés, Eleazar y el sacerdote. La biblia Números 32: “y el botín lo demás de lo saqueado…. Ascendió a 675,000 del ganado lanar, y 72,000 del ganado Vacuno, 71,000 asnos, en cuanto a las almas humanas de las mujeres que no habían conocido….fueron 32,000…” 

Y así sigue toda una descripción de un acto abominable, imposible de justificarse en ninguna época de la historia humana y bajo ninguna circunstancia, así  que no es de extrañar que muchos de los que se dicen cristianos hoy día, justifiquen hechos de barbarie, pues ellos tienen un historial que abundan en hechos de esta naturaleza.

Últimamente en nuestro país después del 28 de junio del 2009, hemos observado como estos mercenarios de la religión han utilizado, las diferentes instituciones del estado como púlpitos religiosos, desde donde se lanzan bocanadas de fuego cual profecías sentenciosas. A estos parásitos de la sociedad, hablo no de quienes creen en un ser supremo, sino de aquellos que se creen con la autoridad de ser árbitros y jueces de nuestras vidas, falsos profetas enviados de Dios, que defienden a capa y espada su estatus quo, del cual ellos son sus beneficiarios, en detrimento de las grandes mayorías; quienes se han aliado a las grandes mafias políticas y empresariales, y se han convertido de la noche a la mañana en sus portavoces, usando los púlpitos de las iglesias como tribunas políticas y asaltando los podios del estado como púlpitos religiosos.

A estos bizarros mercaderes de la fe, solo les podemos decir, que la filosofía del sistema democrático republicano, que pretenden defender, plantea en sus más elementales fundamentos, la separación de las iglesias, del estado, y no puede ser de otra manera, pues en un territorio, por pequeño que sea, habitamos personas con diversidad de pensamiento en cuanto a nuestra concepción de la espiritualidad.

Ya Morazán libró una tenaz batalla en estas tierras, contra la iglesia oscurantista para separarla del estado, desde 1830 a 1839, En su carta abierta al padre José Trinidad Reyes, escribe “cuando la filosofía había roto las cadenas con que fue uncida la Europa muchos siglos al carro de la ignorancia y de la superstición religiosa, los americanos daban las gracias a sus opresores, porque les compraban su libertad a cambio de mortajas usadas y sandalias rotas. Pero una pequeña ráfaga de cambios de aquella luz penetró el mar de Colón, y vino a sacarlos de las tinieblas en que se hallaban sepultados: y desde entonces pudieron conocer a sus opresores y descubrir al otro lado del océano, la mano del tirano, que había fijado sus tristes destinos, y el primer eslabón de la cadena que arrastraron por más de tres siglos atado al trono de los Borbones y sostenido por los regulares (sacerdotes) que venían de España en lugar de soldados, y por los desnaturalizados que entre nosotros, haciendo con ellos causa común, se iniciaban en los misterios del engaño”.

Más adelante dice el héroe al padre Trino: “no han sido menos perjudiciales los regulares a la ilustración, por un principio de interés personal. Hechos de vivir en la ignorancia, han tenido especial cuidado en conservarla en el pueblo: acostumbrados a sacar las mayores ventajas de la superstición, la han sostenido por muchos siglos contra los ataques de la filosofía a costa de millares de víctimas. Este monstruo hijo de la ignorancia ha privado al mundo de los mejores sabios, persiguiéndolos o asesinándolos. Sócrates fue sacrificado en Atenas, Demetrio Falerio desterrado, y encadenado Anaxágoras. Bacon fue perseguido en Inglaterra, y Servet fue acusado en Francia, como mágico”. 
  
Morazán a pesar de no haber estudiado formalmente conocía la historia de la iglesia católica y se había empeñado en sacarla de los asuntos del estado, herida en lo más profundo de su existencia, la Iglesia conspiró hasta el último momento contra la vida del héroe, por eso sentimos los hondureños que tenemos memoria histórica, como una puñalada a nuestra conciencia, cuando vemos a pastores, sacerdotes, militares, empresarios y políticos de oficio agarrados de la mano en perfecta oración a la ignominia en medio de un golpe de estado, rasgándose las vestiduras para, según ellos, salvar la democracia de las garras del infierno.

Señores les decimos; regresen a su rebaño, no le hagan más daño a este país, el cual defenderemos como lo hizo nuestro héroe Francisco Morazán, con nuestras vidas, si es necesario.

Y termino el cuento de mi abuela: después de algunos años, yo le hacía bromas sobre sus santos, a los cuales prendía velas y guardaba con recelo, de repente y agarrándome de sorpresa, mientras sus pequeños ojos vacían sus días, me dijo arrastrando las palabras:

 ¡Sabés, creo que tenés razón; Dios no existe!

Porque  la historia es el argumento infalible de la verdad.


Carta recibida el 28-09-10 por internet

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