Por Jenny Londoño López
En "Las Luchas del Pueblo de Quito", documento publicado por el Ministerio Coordinador de Patrimonio. Quito, Septiembre de 2012, pp.42-54.
A lo largo de más de cinco siglos,
Quito, la ciudad del sol perpendicular, en la mitad del mundo, se ha
caracterizado por su infinita rebeldía, su sed de justicia, su lucha por la
dignidad y en esa contienda permanente, las mujeres ocupamos un sitial
destacado, no importa su color o su estatura, sus orígenes étnicos, su nivel
educativo, su diversidad. Todas han
aportado en la medida de sus posibilidades y de su infinito amor a su ciudad y
a su patria. En la época colonial, en 1592, los quiteños se levantaron contra don Manuel Barros de San Millán, el entonces presidente de la Real Audiencia de Quito, para protestar contra el impuesto de las Reales Alcabalas. Las mujeres salieron a las calles a respaldar a sus esposos y familiares. Esta protesta fue repelida brutalmente por las fuerzas realistas, pero el pueblo enceguecido se defendió asesinando chapetones y saqueando las casas de algunos de ellos.
Mujeres y niños participaron en la
rebelión contra el impuesto borbónico de la Nueva Gabela, en las fiestas de San
Juan en 1765. Los barrios quiteños se movilizaron, sobre todo los de San Roque
y San Sebastián. Hombres, mujeres y niños se disputaron el control de la plaza
principal y se tomaron el pretil del Palacio de Carondelet, en donde se
posesionaron de las armas y piezas de artillería que allí se guardaban.
En ese enfrentamiento murieron una centena de manifestantes. Sin embargo, había
turbas compuestas por gran cantidad de hombres y mujeres que recorrían las
calles. En los informes se habla de 3.000 personas.[1] “La
calma no volvió a la ciudad sino hasta 1.766 cuando llegó de Guayaquil, el
gobernador Zelaya con una tropa de 600 hombres.”[2]
Esta se conoció como la Rebelión de los Estancos.
En 1777, las sublevaciones indígenas se
hacen sentir a todo lo largo de la sierra norte y central. Hubo centenares de avezadas
líderes indígenas que se enfrentaron a las Reformas Borbónicas, con palos y
piedras, cuyas más altas representantes terminaron en la horca, como Lorenza
Avimañay, en Guamote, Rosa Gordona en Pelileo, y Baltazara Chiuza en Guano y
cientos de levantiscas fueron condenadas a una gran diversidad de castigos
humillantes. En la primera revolución quiteña
de 1809-1812, los conjurados quiteños tomaron en sus manos el poder de la
Audiencia, destituyeron pacíficamente a los gobernantes coloniales y entregaron
dicho poder a los miembros de la recién constituida Junta Soberana de
Quito, a través de una elección popular, basada en delegados de los barrios de
la ciudad. Los protagonistas fueron encarcelados y masacrados en el fatídico 2
de agosto de 1810 por las fuerzas colonialistas, que vinieron desde los
Virreinatos de Perú y Santa Fe. Al menos, sesenta de ellos, perdieron la vida
en la horrorosa matanza propiciada por los vandálicos pardos limeños y un 1% de
la población de Quito: hombres y mujeres, fue asesinada por la soldadesca
realista.
En esa revolución quiteña, la primera
de Sudamérica, lucharon cientos de mujeres de los barrios de Quito, mestizas,
indígenas y criollas ilustradas, unidas por el ideario común de desafiar la dominación
española. El círculo revolucionario tenía entre sus miembros femeninos a quiteñas
ilustradas, comerciantes y rebeldes como: Manuela de Santa Cruz y Espejo,
Josefa Tinajero y Checa, Mariana Matheu y Aranda, Manuela Cañizares y Álvarez,
Rosa Zárate y Ontaneda, (la mártir, asesinada junto a su esposo Nicolás de la
Peña, en 1813). María Ontaneda y Larraín, (la que formó una guerrilla urbana, de la que
también hacia parte Rosa Zárate, y que combatió en el Panecillo y en la Batalla
de Ibarra), María de la Vega y Nates, Rosa Montúfar y Larrea, Manuela de Quiroga,
(estas dos últimas, hijas de dos de los más destacados miembros de la Junta
Suprema, Juan Pío Montufar y Larrea y Manuel Rodríguez de Quiroga), Rosaura Vélez de Alava y,
mujeres del pueblo como la “Costalona”, María de la Cruz Vieyra, la “Monja”. Y en las Actas firmadas por los vecinos de
los barrios de Quito como representantes a la Junta Suprema Gubernativa, se
encontraban varias mujeres: Estefa Campuzano, Rosa Solano, Margarita Orozco,
Manuela Solís, y otras.
Más adelante, tenemos
a Manuela Sáenz y Aizpuru, nuestra Libertadora y compañera de Bolívar, quien
obtuvo el título de Coronela del Ejército grancolombiano y ahora es Generala
del Ejército del Ecuador, por Decreto del presidente Rafael Correa, fue una de
las más altas cúspides, la más política, la librepensadora, la autónoma. Fue expulsada
de las repúblicas por las que ella luchó y, murió tras un largo exilio en
Paita, Perú. Hoy sus restos simbólicos descansan en el Panteón Nacional de
Caracas junto a su amado Simón Bolívar, el libertador de cinco naciones y es
Generala también del Ejército de Venezuela, por decreto del presidente Hugo Chávez.
Cuando nuestro
flamante país perdió su nombre histórico de Quito y pasó a llamarse con el
nombre geográfico de Ecuador, la poeta Dolores Veintemilla[3], escribió
contra la pena de muerte en el gobierno de Gabriel García Moreno, protestando
porque se asesinaba a indios pobres e ignorantes, y poco después, se suicidó
agobiada por la persecución moralista desatada por la Iglesia contra ella. Más
tarde, otra mujer brilla, no sólo en el ámbito de la cultura sino en el del activismo
político, cuando debe asumir el poder en una difícil coyuntura política:
Marieta de Veintemilla, apodada "la generalita" y quien sufrió exilio
en el Perú, pero murió en el Ecuador, y fue enterrada con honores de Jefe de
Estado, otorgados en el gobierno liberal radical de uno de los más importantes
líderes políticos del Ecuador, el general Eloy Alfaro, quien la admiraba. Dejó
varios escritos entre ellos, el primer estudio sociológico sobre el Ecuador.
La Revolución Liberal
Alfarista, triunfante el 5 de junio de 1995, tuvo el apoyo de mujeres valerosas
que financiaron guerrillas como la de Chapulo, la de Guaranda y apoyaron las
montoneras de Manabí y de Esmeraldas. Fueron: Matilde Gamarra, Sofía Moreira, la coronela Filomena Chávez, Cruz
Lucía Infante, Dolores Usubillaga, Rosa Villafuerte, la coronela Joaquina
Galarza, Felicia Solano de Vizuete, Leticia Montenegro, Dolores Vela de
Veintemilla, Ana María Merchán, Delfina Torres, y cientos de mujeres llamadas
“guarichas” que lucharon a la retaguardia de los ejércitos, y cumplían tareas
logísticas para las montoneras liberales.
La Revolución
Liberal Radical produjo una explosión de nuevas heroínas: las maestras, las
periodistas, las escritoras, las feministas, que lucharon por la autonomía, la educación,
el trabajo, el arte, y los derechos políticos para las mujeres. Zoila Ugarte, Rosaura Galarza y María
Angélica Idrobo editaron las primeras revistas feministas en Quito y Guayaquil
y fundaron entre otras: “La Sociedad Feminista Luz de Pichincha” y más
adelante: “El Frente Femenino anticlerical” de Quito, para quienes la curia
pidió otra hoguera bárbara. Hubo cientos
de maestras destacadas, algunas de las cuales dirigieron los primeros liceos
femeninos creados por Alfaro en Quito.
Otras
escritoras destacadas fueron: Mercedes
Gonzalez, Rosa Borja, Dolores Sucre, Ángela Carbo, Carolina Febres
Cordero, Victoria Vásconez Cuvi, Zoila Rendón, Adelaida Velasco, Josefina Veintemilla, María Esther Martínez. Alicia Jaramillo, bajo el seudónimo de sor
Marisa escribió duros y lapidarios textos contra el fanatismo de la iglesia
Católica, contra el vaticano y los curas opositores. Otras escribieron sobre el derecho al voto, como
Hipatia Cárdenas de Bustamante y cultivaron el difícil arte de la poesía como Elisa
C. Mariño, y su hija Morayma Offir Carvajal, excelentes maestras, periodistas y
poetas.
También
se van formando artistas, cultoras de la música, pintoras, abogadas, médicas y
enfermeras; surgen obreras, trabajadoras públicas en los correos y telégrafos
estatales, y luchadoras sindicales, que persiguieron reivindicaciones laborales
para las mujeres obreras. La Lojana,
Matilde Hidalgo, primera médica del país, graduada en la Universidad Central de
Quito, fue la primera mujer que sufragó en Machala, en 1924. El gobierno de Isidro Ayora aprobó el
derecho al Sufragio femenino, recién en 1929, convirtiendo al Ecuador en el
segundo país de América con derecho al voto femenino.
El
laicismo en la educación y en la vida social del país cambió el pensamiento
teocrático de las gentes y de los gobernantes, que durante medio siglo habían
cerrado filas en torno al fanatismo de la alta jerarquía Católica, queriendo
controlar y detener el pensamiento libertario, autónomo, digno, al que tenemos
derecho todos los seres humanos. Y de la educación laica, pública y gratuita
que Alfaro creó, salieron cientos y miles de maestras laicas que enseñaron a
las nuevas generaciones, construyendo un país más tolerante, más integrado y
más democrático.
La Revolución Rusa influenció la formación de un pensamiento de izquierda y surgieron los partidos Socialista y Comunista. A partir de entonces, las mujeres ecuatorianas se incorporaron a la militancia partidista, pero con nula participación en los altos cargos políticos. Más adelante y por influencia de las luchas de liberación, que en América Latina, se dieron como efecto de la Revolución cubana, aparecen nuevas organizaciones de izquierda en el Ecuador y se van conformando grupos de mujeres al interior de esa insurgencia, que levantan un discurso político de transformación estructural de la sociedad. Estos partidos mantenían el criterio de que la lucha por la emancipación de la mujer era una lucha burguesa y que solo a partir de la revolución se podía conseguir la igualdad de los géneros, lo que creó un distanciamiento entre los partidos y el Movimiento de Mujeres.
La Revolución Rusa influenció la formación de un pensamiento de izquierda y surgieron los partidos Socialista y Comunista. A partir de entonces, las mujeres ecuatorianas se incorporaron a la militancia partidista, pero con nula participación en los altos cargos políticos. Más adelante y por influencia de las luchas de liberación, que en América Latina, se dieron como efecto de la Revolución cubana, aparecen nuevas organizaciones de izquierda en el Ecuador y se van conformando grupos de mujeres al interior de esa insurgencia, que levantan un discurso político de transformación estructural de la sociedad. Estos partidos mantenían el criterio de que la lucha por la emancipación de la mujer era una lucha burguesa y que solo a partir de la revolución se podía conseguir la igualdad de los géneros, lo que creó un distanciamiento entre los partidos y el Movimiento de Mujeres.
Mujeres de militancia
socialista crearon grupos de trabajo específico en torno a la lucha contra la
opresión de las mujeres, planteando que los partidos de izquierda no daban
cabida a esta lucha específica y que si no cambiaban las relaciones de
dominación entre los géneros tampoco podrían construir una democracia
participativa. Era necesaria la confluencia de las dos corrientes
reivindicativas: lucha por una transformación socialista, y lucha contra la
opresión y discriminación de género que afecta de manera directa a más de la
mitad de la población del planeta.
MUJERES LÍDERES EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX.
En 1956, Nela Martínez
presidió la Primera Conferencia de Mujeres Trabajadoras de Pichincha, que se
reunió en Quito. En 1960, surgió la Unión Revolucionaria de Juventudes Ecuatorianas (URJE), y, más adelante, Nela Martínez
fundó la Unión Revolucionaria de Mujeres Ecuatorianas (URME). Las dos
organizaciones estaban entrelazadas por sus ideales de transformación, pero
ambas desaparecieron por luchas internas ocasionadas por el sectarismo político
y la acción subterránea de la CIA confabulada con sectores de la ultraderecha
ecuatoriana.
En las décadas de los 70s y
80s, el movimiento sindical con el Frente Unitario de los Trabajadores, FUT, a la cabeza, el movimiento
estudiantil, el magisterio y los pobladores, protagonizaron una cadena de
encuentros y asambleas, paros sectoriales y huelgas nacionales, negociaciones y
concertaciones, para responder a la creciente crisis económica y a los recortes
sistemáticos y planes de reajuste impuestos por cada uno de los gobiernos, del llamado
período democrático.
“Democracia en el mundo, en el país y
en la casa” fue el
lema del movimiento feminista latinoamericano en la década de las dictaduras.
Las mujeres se incorporaron a la militancia en organizaciones de defensa de los
Derechos Humanos y movimientos políticos de izquierda cuando se instauraron
regímenes militares de corte fascista o gobiernos de ultraderecha, como ocurrió
en los países del Cono Sur, en donde muchas mujeres se integraron a la lucha
contra las feroces dictaduras. Un ejemplo importante lo constituyeron las
Madres de la Plaza de Mayo, en Argentina, MUDECHI en Chile y varias
organizaciones en Colombia centroamérica. En este sentido, no fue gratuita la
entrega del Premio Nobel de la Paz a Rigoberta Menchú, dirigenta indígena
guatemalteca, en 1993. Esto influenció al Movimiento de Mujeres del Ecuador.
La estrepitosa caída del
Muro de Berlín en 1989 y del paradigma socialista del Este y el fortalecimiento
del modelo neoliberal en el mundo y en el Ecuador redujeron y debilitaron la
institucionalidad del Estado, echando a la desocupación a millares de
empleados/as públicos y se inició el desmantelamiento de los programas sociales
del Estado benefactor. Cientos de empresas quebraron y lanzaron a millares de
trabajadores/as y se debilitó el movimiento sindical que disminuyó
sensiblemente el número de sus miembros y su peso específico en el movimiento
social. Paralelamente a esta especie de
orfandad y pérdida de la sombra protectiva del Estado, pero también de las utopías
inspiradoras, se agudizó un panorama gris de corrupción generalizada de los
gobernantes y de las burocracias estatales, lo que produjo también el
debilitamiento de otras organizaciones tradicionales: sindicatos, partidos
políticos, asociaciones estudiantiles y del magisterio.
En este contexto, surgieron nuevas formas de
expresión del movimiento social y aparecieron nuevos movimientos y actores que
tomaron fuerza en el espectro político: El movimiento indígena y el movimiento
de mujeres. Otros movimientos contemporáneos de importancia innegable fueron
los de Derechos Humanos, Medio Ambiente, pobladores, etc. En la década de los
80 surgieron: el CIAM, el CEPAM, MUJERES POR LA DEMOCRACIA, quienes realizaron
varios foros y talleres para debatir las reformas al Código penal, en lo
relativo a la violencia de género. Después se conformó “ACCIÓN POR EL MOVIMIENTO
DE MUJERES” que buscó crear un Movimiento unitario de mujeres.
Uno
de los principales planteamientos del Movimiento de Mujeres, en la década de
los 90s, fue el ejercicio pleno de la ciudadanía de las mujeres, lo que
implicaba el reconocimiento y vigencia de todos sus derechos. En este marco se inscribió la lucha por los
derechos políticos, cuyo resultado más evidente fue irrumpir en la política
formal, así como la incidencia en la legislación, para generar equidad de
género, atacando la lesiva cultura patriarcal.
Los gobiernos de Oswaldo
Hurtado (Democracia Cristiana); Abdalá Bucaram, Partido Roldosista Ecuatoriano;
León Febres Cordero, Partido Social Cristiano; Jamil Mahuad, (Democracia
Cristiana); y del Coronel Lucio Gutiérrez,
fueron los picos más altos de la imposición de las políticas
neoliberales, de la corrupción generalizada, del empobrecimiento del pueblo,
del desmantelamiento de la institucionalidad del Estado Ecuatoriano, sobre todo
del Estado de Bienestar. Durante esos años asistimos al entierro de las más
caras ilusiones de construir una democracia participativa. Todos estos
gobiernos suscitaron levantamientos, huelgas y marchas populares de gran
combatividad, en las que las mujeres nos
expresamos de manera frontal y combativa.
En las huelgas nacionales y
marchas, estuvimos siempre presentes las mujeres. En este período, Pérez Sainz
señala que "el FUT había conseguido
erigirse en portavoz de amplios sectores populares que rebasaron el ámbito
tradicional de su influencia" (1986, p.44). Pero muestra que hubo
"limitaciones del movimiento laboral
en convertirse en una fuerza hegemónica capaz de plantear, desde las demandas
populares una alternativa efectiva a la propuesta estatal de cómo encarar la
crisis."[4] Nunca se impulsó el desarrollo de lideresas
sindicales importantes, por la mentalidad patriarcal de sus líderes, sin
embargo en todas las centrales
sindicales y en la Federación de Trabajadores de Pichincha, tenían Secretarías
de la Mujer y en FETRALPI, llegaron a tener 9.000 mujeres afiliadas de un total
de 30.000.[5]
En 1984, “Mujeres por la
Democracia”, convocó a otras organizaciones para denunciar las arbitrariedades
del gobierno de León Febres-Cordero, (1984-1988), en la que las mujeres
participamos con mucha creatividad en la campaña por el NO, en la consulta
popular convocada por dicho gobierno. En 1985, participamos en el Foro Internacional
sobre la Deuda Externa, en Cuba, y realizamos una toma simbólica del City Bank,
en protesta por la retención de fondos ecuatorianos para presionar el pago de
la deuda “Eterna”, como decía nuestra compañera Economista Zonia Palán, hoy
fallecida.[6]
Todos los gobiernos
reprimieron las manifestaciones, pero ninguno tan represivo como el de Febres
Cordero, en el que desaparecieron a muchos luchadores y se llenaron las
cárceles de opositores. En este gobierno fueron asesinados los hermanos
Restrepo, menores de edad, y aunque el delito fue dilucidado y el Estado tuvo
que indemnizar a la familia Restrepo, los cadáveres de los hijos no aparecieron
jamás hasta el día de hoy. “Decenas de los miembros de AVC y
especialmente de sus dirigentes fueron ejecutados extrajudicialmente por las
fuerzas especiales de la policía y del ejército, en un país en el que no hay
pena de muerte.”[7]
En el gobierno febres-corderista,
el Estado y el sistema de seguridad social fueron desmantelados, la inseguridad
arreció, el subempleo y desempleo tocaron los límites más altos. Los
escuadrones volantes de la policía que él creó se dedicaban a violar jovencitas
trabajadoras, estudiantes de colegios nocturnos, mujeres inmigrantes de los
países vecinos. Ecuador, el país pequeño pero tranquilo, se convirtió en un
espacio de corrupción y violencia institucionalizada, mientras quiteños/as y el
resto del país se lanzaron incesantemente a las calles en protesta contra el
despotismo neoliberal.
Sixto Durán Ballén (1992-1996) continuó
con las políticas neoliberales, reforzando la política de reformas
estructurales del Estado y la privatización de empresas públicas, con su
reforma a la Ley de Hidrocarburos bajó la participación del Estado del 90% al
30%. Eliminó subsidios y la gratuidad de la Educación Pública. Condujo al
Estado Ecuatoriano a la insolvencia a la que llegó en 1998. En su gobierno hubo
el sonado caso de corrupción apodado “Flores y miel”. Durante este gobierno se
creó el Foro de la mujer, con el apoyo económico de la IV Conferencia
Internacional de la Mujer, a realizarse en Beijing; Las Feministas Autónomas, los frentes
femeninos de diferentes partidos políticos, y nuevas organizaciones
populares.
En 1996, se conformó la COORDINADORA
POLÍTICA DE MUJERES ECUATORIANAS, CPME, con el apoyo de varias organizaciones
de mujeres que creó núcleos filiales en 18 provincias. En este mismo año la
DINAMU y el Ministerio de Bienestar Social elaboró el "Plan de igualdad de
oportunidades 1996-2000" para garantizar el enfoque de género en las
políticas públicas y promover el desarrollo de programas y proyectos a favor de
las mujeres y las niñas. En 1997, se
creó el Consejo Nacional de las Mujeres, CONAMU y se negoció también la
representación del Movimiento de Mujeres (MM) en dos instancias: la Comisión
Especial Anticorrupción y la Comisión Especial de Reformas Constitucionales.
También se creó el fondo de Equidad de Género para apoyar la acción del CONAMU.[8]
La CPME, impulsó la
creación de la “Coalición de Mujeres Latinoamericanas”, la “Coordinadora
Nacional de Mujeres Negras”, la
“Coordinadora Política Juvenil”, el CODEMUF (Corporación de Mujeres
Fronterizas), AMUME (Asoc. de Mujeres Municipalistas), AMJUPRE (Asociación de Mujeres Autoridades de
Juntas Parroquiales Rurales) que funcionan con total autonomía.
El gobierno de Abdalá
Bucaram, apenas duró del 10 de agosto de 1996 al
6 de febrero de 1997, cuando fue destituido por el Congreso Nacional ante la
multitudinaria protesta del pueblo ecuatoriano, pero sobre todo del pueblo
quiteño. Su triunfo fue relativamente fácil si tenemos en cuenta que su
contendor era Jaime Nebot, “el delfín” de León Febres Cordero. Continuó con la
política de privatización de empresas estatales e hizo de la presidencia un
sainete permanente. En ese período las mujeres realizamos una gigantesca
marcha contra la violencia verbal de uno de sus ministros, Adoum, y el 4 de
febrero se realizó la toma simbólica del Hotel en el que se hospedaba Bucaram,
por parte de Mujeres por la Democracia y la Coordinadora Política de Mujeres,
al grito de: “Que se vaya, que se vaya”, consigna repetida hasta la saciedad el 5 y 6 de febrero durante el Paro Cívico
Nacional que las organizaciones sociales, sindicales e indígenas decretaron
para repudiar y expulsar a Bucaram del Palacio de Carondelet.
La CPME desarrolló estrategias de
interlocución con el Estado, para impulsar políticas públicas con enfoque de
género y se promovieron mecanismos de discriminación positiva para forzar
cambios estructurales en el ámbito del ejercicio de la política, a partir de
los cambios y reformas a la legislación.
Se produjo una presencia importante de organizaciones de mujeres que
participaron activamente en las reuniones y talleres, convocados por la CPME,
para las discusiones acerca de las propuestas a ser presentadas, que se recogieron
en un documento titulado "Nosotras en la Constitución, Propuestas de las
Mujeres a la Asamblea Nacional Constituyente".[9]
La aprobación de una nueva Constitución de
la República, en el gobierno interino de Fabián Alarcón, fue un hito para la lucha de las mujeres, por
la posibilidad de incidir en su formulación, en cuestiones fundamentales para
el ejercicio de la ciudadanía de las mujeres y propició la participación de
mujeres a la Asamblea Constitucional, con listas propias, por primera vez, en
la historia del país, en Guayas y Pichincha y esto a su vez, permitió la
visibilización de algunas candidatas y de las propuestas de las mujeres.
El gobierno de Jamil
Mahuad, líder de la Democracia Cristiana, (1998-2002) determinó la estampida
general de los desheredados de la fortuna, la mayoría a España. Una inmensa
cantidad de mujeres mayores se quedaron solas, sosteniendo a sus nietos, para
que sus hijos/as fueran a ganarse la vida en otros países. Los que no se
suicidaron, murieron de pena y de pobreza o sufrieron de graves problemas de
depresión. Los ecuatorianos perdieron la
fe en su país, se avergonzaban de vivir en un lugar que no les garantizaba una
vida digna. El autoestima de la
población cayó por el suelo.
Entre los logros del Movimiento de Mujeres
podemos enumerar los siguientes:
•
1994: Creación de las Comisarías de la Mujer y la Familia. • 1995: Puesta en
vigencia de la Ley 103 (Ley contra la Violencia a la Mujer y la Familia). • La
Ley Contra la Violencia a la Mujer y la Familia, aprobada el 29-XI-1995 y
publicada en el Registro Oficial No. 839. • 1997: Creación del Consejo Nacional
de las Mujeres (CONAMU). • 1998: Creación de la Comisión Legislativa Permanente
de La Mujer, el Niño, la Juventud y la Familia
en el Congreso Nacional. • 1998: La Constitución Política del Estado de
1998 reconoció derechos específicos de las mujeres, y entre ellos: el derecho a
una vida libre de violencia. Creación de la Defensoría Adjunta de la Mujer,
Niñez y Adolescencia en la Defensoría del Pueblo, aunque con posterioridad fue
eliminada y actualmente existe solo una Dirección Nacional de Defensa de Derechos
de las Mujeres, la Niñez y la Adolescencia. El Ministerio de Salud Pública
reconoce la violencia intrafamiliar como un problema de salud pública, mediante
acuerdo ministerial No. 01009.
•
2000: Creación de la Dirección Nacional de Comisarías de la Mujer y la Familia,
que pasó a llamarse después: Dirección Nacional de Género, como una instancia
ejecutiva dependiente del Ministerio de Gobierno, para el control y seguimiento
de las Comisarías. Incorporación de la violencia intrafamiliar como un problema
de seguridad ciudadana. Aprobación de
una Ley de Cuotas que garantizaría la igualdad en las listas de candidaturas,
con alternabilidad y secuencialidad. Sin embargo, la mayoría de los partidos
políticos cometió desacato en el cumplimiento de la Ley, sobre todo en la
alternabilidad y secuencialidad. El
único presidente en cuyo período de gobierno se ha cumplido la Ley de Cuotas en
todo su contenido, es el presidido por Rafael Correa del Movimiento PAIS.
Los contextos y escenarios de lucha han sido
diferentes para el Movimiento indígena y el Movimiento de Mujeres. En las luchas contra los gobiernos corruptos
hemos confluido, en los levantamientos y derrocamientos de los presidentes:
Abdalá Bucarám, y Jamil Mahuad y en el rechazo a los gobiernos de Owaldo
Hurtado y Febres Cordero, pero en el derrocamiento del Coronel Lucio Gutiérrez,
quien llegó al poder con el partido Sociedad Patriótica, y sus aliados: el MPD y
el Movimiento Pachakutik, hubo ausencia de las organizaciones indígenas,
comandadas por los dirigentes que habían detentado cargos en el gobierno del Coronel
y que habían apoyado su viraje hacia una posición de centro-derecha, en la que
Gutiérrez se declaró el amigo y servidor
incondicional del presidente estadounidense George Bush.
Por todo esto, en la destitución de Lucio el
actor más importante fue el pueblo quiteño: las mujeres jóvenes y amas de
casa, los jóvenes de izquierda y de DDHH,
las organizaciones de mujeres y barriales, demostrando que Quito era una ciudad
que había alcanzado un gran desarrollo de la conciencia crítica, y un alto
nivel de combatividad política y cívica. Así, el Coronel traidor a los
principios que esbozó en su programa de gobierno, fue destituido el 20 de abril
del 2005, por la denominada “Rebelión de los Forajidos”.
Este fenómeno de la madurez
política de Quito, se expresó nuevamente en el tristemente célebre 30S, cuando
en septiembre de 2010, un sector de la policía se lanzó al golpe de Estado, secuestrando al actual presidente Rafael Correa
en el Hospital de la Policía. Los policías que debían proteger a la ciudadanía,
llamaban públicamente a los delincuentes para que robaran los establecimientos
comerciales, lo que si ocurrió en Guayaquil. Por suerte, Quito mostró de nuevo
su madurez política y nadie salió a las calles a robar, fenómeno que resulta
impensable en la mayoría de las capitales de América Latina. Salieron eso sí, el
Movimiento Popular Democrático, MPD, la derecha, y otros aliados como el
Pachakutik, con los policías golpistas, a sembrar el caos en la ciudad. Pero cuando los golpistas esperaban que el
caos se instalara en las calles de Quito, las masas quiteñas, los y las
jóvenes, y sobre todo, las mujeres de Quito, salimos a las calles a defender al
presidente Constitucional, Rafael Correa, elegido en dos ocasiones, con la más
alta votación de la historia republicana del Ecuador y el golpe de Estado en
marcha, se deshizo como humo.
Un
hito en los avances de las luchas de las mujeres fue la aprobación de una nueva
Constitución, durante el gobierno de la Revolución Ciudadana, en la que hubo
una gran participación de sectores sociales y se respetaron los avances
alcanzados en la anterior Carta Fundamental, y se incorporaron nuevas e
importantes reivindicaciones de las mujeres ecuatorianas. Se están construyendo
los Consejos de Igualdad aunque con dificultades y cuestionamientos. Y
reconocemos la más alta presencia de ministras de Estado, subsecretarias,
directoras, juezas, gobernadoras y asambleístas, de toda la historia
republicana del Ecuador.
Son
visibles los cambios que el actual gobierno ha generado, en su administración. Los primeros aspectos, los políticos, que nos
han dado respetabilidad a los ojos del mundo son, a vuelo de pájaro, la
expulsión de la Base de Manta, y de la Embajadora estadounidense, negociación
hábil de la Deuda Externa que bajó la presión sobre nuestra economía,
renegociación soberana de los contratos petroleros a favor del Estado
ecuatoriano, toma de decisiones autónomas como Estado respetable y
participación destacada en los procesos de unidad latinoamericana. De igual
modo, vemos otras realizaciones como el mejoramiento de la infraestructura
vial, productiva, y turística, que está
a la vista y es innegable; en aspectos sociales y laborales, en los que se ha
recogido una de nuestras propuestas como la de un salario mínimo vital para las
empleadas domésticas y su afiliación obligatoria al Seguro Social, y el
importante incremento del presupuesto para toda el área social: salud,
educación laica, pública y gratuita, trabajo, inclusión social, vivienda y
proyectos productivos para los sectores más pauperizados.
Los
Ministerios de Cultura y Patrimonio están desarrollando un importante trabajo
para que los ecuatorianos nos apropiemos de nuestro patrimonio y podamos conocerlo,
protegerlo, defenderlo, acrecentarlo. Los proyectos culturales y la creación de
una Universidad de las Artes, permitirán desarrollar posibilidades de futuro a
creadores y artistas, y enriquecer el acerbo cultural de nuestro país. Todo
ello es clave para nuestras identidades culturales, locales, provinciales, nacional.
Son importantes los cambios
estructurales, administrativos y políticos en el ámbito de la Justicia, de la
administración del Estado, de la producción y las reglas del juego en el mundo
empresarial, del respeto a los DDHH, participación ciudadana, lucha contra la
corrupción, y mejoramiento de nuestros sistemas fiscales y tecnificación del
SRI.
En
fin, son gigantescos los avances conseguidos en la actual administración, pero
sobre todo en la recuperación de nuestra autoestima, de nuestra dignidad como
personas, como seres diversos, sexuados, pensantes, autónomos, con derechos y
deberes. Esas son las grandes utopías
por las que hemos luchado las mujeres y considero que vamos por un buen camino,
que desde luego no es un camino de rosas, porque no se pueden cambiar las
inequidades que se desarrollaron durante siglos, de un día para otro y porque
las fuerzas retrógradas de la intolerancia, de algunos sectores patriarcales,
aún impiden que las mujeres tengamos una vida digna y el derecho a tomar decisiones
autónomas.
Faltan
muchas cosas por hacer, y el Movimiento de Mujeres seguirá luchando por ello, pero hoy tenemos orgullo de país, el actual
gobierno de Rafael Correa nos ha devuelto la dignidad, por la que siempre
luchamos las mujeres, tenemos la conciencia de que se puede transformar el
país, si todos y todas ponemos lo mejor de cada uno/a y nos lanzamos a caminar
detrás de la Utopía hasta verla convertida en realidad.
[1] Informe de la Revolución de los Estancos,
1765, AGI, Quito, L- 399.
[2] Terán Rosemarie: Sinopsis Histórica del
S.XVIII, en Nueva Historia del Ecuador, IV Tomo, p.285, Corporación Editora
Nacional, Quito, 1983.
[3] Dolores es quiteña, pero fue a vivir a Cuenca, en donde se suicidó. No
sabemos por qué su apellido aparece con i, si es miembro de la familia
Veintemilla. Era prima de Marietta.
[4]
Pérez Sáinz, J.P. Crisis,
conflictividad social y coyunturas sociales en Ecuador (1981-1985), en
ECUADOR DEBATE, CAAP, Quito, (fotocopia FLACSO, s/f.) p.47.
[5] María Quilla, Red de Educación Popular entre mujeres, protagonismo de
la mujer en el Levantamiento Indígena de Quito, 1992. ACDI-CEPLAES, Entre los límites y las rupturas. Las Mujeres ecuatorianas en la décadas de los
80s, Quito, 1992.
[6]
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[7] Tamayo, Eduardo: Gobierno de León Febres Cordero (1984-1988)
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[8]
Londoño, Jenny: Situación y propuestas de las mujeres andinas: Aportes
para la carta social del parlamento andino,
Alfer, Quito, 1999.
[9] Coordinadora Política de Mujeres
Ecuatorianas, Foro Permanente de la Mujer Ecuatoriana, y Consejo Nacional de
Mujeres: "Nosotras en la Constitución, Propuestas de las Mujeres a la
Asamblea Nacional Constituyente",
con el auspicio del Fondo Canadiense para la Equidad de Género de ACDI,
CEDIME, Programa de Participación Política de la Mujer y el Programa de las
Naciones Unidas para le Desarrollo, PNUD, Ecuador, enero de 1998.
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