viernes, 23 de marzo de 2012

LAS MUJERES EN LA REVOLUCIÓN ALFARISTA (ECUADOR)


Artículo publicado en el Diario El comercio. Fascículo, Enero 15 de 2012.

Por Jenny Londoño López[1]

La Revolución Liberal (1895) produjo destacadas luchadoras sociales, maestras, escritoras, médicas, periodistas, feministas y activistas por los derechos de las mujeres, obreras, y trabajadoras del sector público. En este periodo aparecieron las primeras revistas feministas, que desde principios del Siglo XX denunciaron la opresión de género y abrieron un debate sobre la participación política de las mujeres y la necesidad del derecho al sufragio para el sexo oprimido.  Por ello, el Ecuador fue el primer país latinoamericano que estableció el derecho al voto de la mujer en 1929.

Ese movimiento de mujeres tuvo una orientación feminista, pues reivindicaba el derecho a la educación y al trabajo como las llaves maestras de la ciudadanía de las mujeres, de su autonomía y desarrollo personal. En él encontramos a mujeres que rechazaron la opresión y el fanatismo religioso y lo identificaron como uno de los peores lastres para la libertad y el desarrollo integral de las mujeres.

1.   PRECURSORAS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL

La sociedad pos-independentista, que empezó con buenos augurios, reconociendo y privilegiando a las familias que habían apoyado de diversas maneras el triunfo de las ideas republicanas y creando las primeras escuelas primarias para las mujeres, cayó indefectiblemente en manos de caudillos que empezaron a disputarse el poder y la apropiación de tierras y riquezas. Esto llevó a la recién creada República del Ecuador de vuelta a un proceso acelerado de conservadurismo, una de cuyas primeras expresiones sería el fortalecimiento de la Iglesia, cogobernante desde la colonia, y el monopolio de las antiguas familias aristocráticas en el nuevo poder.

Juan José Flores, primer presidente del Ecuador, ganó el apoyo incondicional del clero, al imponer la intolerancia de otro culto que no fuera el Católico romano.  “A cambio de este freno contra la conciencia ciudadana, la Iglesia cedió al Estado el derecho de nombrar ciertos funcionarios religiosos, lo que aparecía como una ventaja sin importancia, pero que para Flores resultó utilísima como arma política."[2] 
                                                                    
Las mujeres siguieron recibiendo una educación acorde con sus roles domésticos, naturalizados a la luz de la religión, a los que estaban condenadas de por vida, por un “designio divino” que las convertía en seres dependientes de los varones de la familia.  Aunque las mujeres ecuatorianas no constituían un grupo social homogéneo, sí tomaron partido por una u otra ideología, la liberal o la conservadora, y asumieron tareas y actividades de apoyo en la medida de sus posibilidades.  Fue así como, luego de la sucesión de varios regímenes impuestos por la fuerza de las armas, triunfó la Revolución Liberal liderada por el caudillo Eloy Alfaro Delgado.

Un gran contingente de mujeres se incorporaron a los combates en los ejércitos liberales y otras de clase media y alta aportaron con tareas organizativas,  propagandísticas y financieras. Ellas fueron parte también de una ruptura con el pensamiento patriarcal y religioso.  Entre las más importantes lideresas que organizaron guerrillas para apoyar la Revolución,  mencionamos a la guayaquileña: María Matilde Gamarra de Hidalgo, conocida como “la ñata Hidalgo”, fue esposa, madre y hermana de destacados revolucionarios. Junto a su esposo Eduardo Hidalgo convirtieron su hacienda “La Victoria” en el centro de conspiraciones liberales y cuna del grupo montonero “Los Chapulos”. Sus hijos hicieron parte del ejército alfarista y en su doble condición de propietaria y mujer de ideas avanzadas, apoyó con personal y recursos económicos a Eloy Alfaro, en sus diversas campañas por la libertad. Otras liberales guayaquileñas fueron Dolores Usubillaga, Juliana Pizarro, Maclovia Lavayen de Borja y Carmen Grimaldo de Valverde. [3]

Mención especial merecen las bolivarenses Joaquina Galarza de Larrea, quien intervino en las batallas del 9 de abril y del 6 de agosto de 1895 y aportó sus bienes personales para las montoneras, recibiendo una pensión militar por retiro hasta 1912. La acompañaban Felicia Solano de Vizuete y Leticia Montenegro de Durango, ambas  luchadoras liberales que habían apoyado a Ignacio de Veintemilla. Leticia combatió en 1883, en defensa de Marietta de Veintemilla, “La Generalita”, y fue apresada con ella al ser derrotado Ignacio de Veintemilla.[4] Por su arrojo y participación doña Joaquina obtuvo el título de Coronela y junto con Dolores Vela de Veintimilla y Tránsito Villagómez proclamaron a Eloy Alfaro como nuevo Jefe  Supremo de la República.

Hubo también coronelas manabitas como Filomena Chávez de Duque, combatiente extraordinaria de la revolución alfarista, quien formó un batallón de montoneros y posteriormente, en 1910, un batallón de voluntarios para rechazar la amenaza de invasión peruana, en la frontera.[5] En 1914 apoyó la revolución de Carlos Concha, siendo apresada por las fuerzas del gobierno. Sofía Moreira de Sabando,  “una manabita liberal desde su juventud, casada con el coronel Zenón Sabando, jefe de las guerrillas liberales de los Chapulos… Ella recogió armas para Alfaro y acogió en su casa a los líderes montoneros. Perseguida por el Gobierno, debió adentrarse en las selvas y escapar por Montecristi.”[6]

También merecen mención la esmeraldeña Delfina Torres de Concha, quien combatió al lado de su esposo y de sus hijos; las guayasenses Rosa Villafuerte de Castillo, Cruz Lucía Infante y Delia Montero Maridueña, combatientes en las montoneras de Los Chapulos. Estas luchadoras liberales, llamadas “las Juanas de Arco del Liberalismo Ecuatoriano” fueron también satanizadas por la Iglesia Católica y excomulgadas por ateas, como castigo a su aguerrida adhesión a las ideas liberales.[7] Por suerte no terminaron quemadas, pues para la fecha, ya había sido extinguida la ominosa y bárbara Inquisición. Tampoco fue desdeñable la participación de centenares de mujeres acompañantes de los ejércitos, llamadas “guarichas”, que seguían a sus familiares y apoyaban en las múltiples tareas logísticas.

2.   LA REVOLUCIÓN LIBERAL Y LOS AVANCES DE LAS MUJERES

Con la batalla de Gatazo triunfó la Revolución Liberal y se inició una nueva era, en la que el flamante Estado liberal acometió grandes reformas sociales, políticas y económicas y facilitó los primeros avances de las mujeres en el espacio público. Dentro de las primeras reformas del nuevo gobierno estuvieron la creación de un Estado Laico, en el que se implementaron medidas como la separación de la Iglesia y el Estado, la confiscación de los bienes religiosos, la Libertad de Cultos, la creación del Registro Civil, el matrimonio civil y el divorcio, la Ley de exclusión de bienes matrimoniales, la enseñanza laica, pública y gratuita, la eliminación de la tributación indígena, la apertura de las normales para la formación de maestras, la creación de plazas de trabajo para las mujeres en la administración estatal (correos y telegrafía), la creación de institutos de capacitación técnica y la reivindicación de la condición de la mujer. Estas medidas no solo cambiaron la vida del país, sino la vida de las mujeres del S. XX.

En 1897, Eloy Alfaro manifestaba a la Asamblea Constituyente que:

Nada hay más doloroso como la situación de la mujer en nuestra patria, donde, relegada a los oficios domésticos, es limitadísima la esfera de su actitud intelectual y más estrecho aun el círculo donde pueda ganarse el sustento independiente y honradamente. Abrirle nuevos horizontes, hacerla partícipe en las manifestaciones del trabajo compatible con su sexo, llamarla a colaborar en los concursos de las ciencias y de las artes: ampliarle en una palabra su acción, mejorando su porvenir es asunto que no debemos olvidar… Pero como no es posible quedarse en el principio, corresponde a la Asamblea de 1897 perfeccionar la protección iniciada dictando leyes que emancipen a la mujer ecuatoriana de ese estrechísimo círculo en que vive”.[8]

Sería muy largo enumerar las medidas de la Revolución Liberal que ayudaron a las mujeres a salir del secular encierro doméstico, a engrosar las aulas estudiantiles de la escuela primaria y secundaria, de las escuelas normales laicas y, finalmente, de las universitarias. La primera beneficiada con la Revolución Liberal fue la guayaquileña Aurelia Palmieri (1869-1937), pues Eloy Alfaro dictó un decreto supremo legalizando sus estudios de bachiller y autorizando su ingreso a la Facultad de Medicina (julio 4 de 1895). [9]

La Revolución Liberal imprimió una fuerza especial a la reforma educativa y otorgó becas a las más destacadas alumnas de poblaciones pobres, así como a maestras distinguidas, para que se prepararan en el exterior. En el Mensaje del Presidente Eloy Alfaro al Congreso Nacional de 1898, decía que: “…han funcionado en toda la República 758 escuelas, a las que han asistido 50.000 alumnos de ambos sexos.” Y añadía “que se sostenían en el exterior becas para varones y para señoritas: una en Londres y otra en San Salvador, para Pedagogía”  y anunciaba que sería creada una escuela de artes y oficios para niñas.[10] 

Una de las más destacadas personalidades formadas por las transformaciones que produjera la Revolución liberal fue Matilde Hidalgo, lojana de origen humilde, pionera de las mujeres en la educación secundaria, en los estudios de Medicina y en ejercer su profesión e incursionar en la política, llegando a ser la primera concejala y la primera diputada del país. Fue también la primera mujer que se acercó a sufragar, en 1924, abriendo un amplio debate en la sociedad ecuatoriana, en la que el movimiento feminista luchó con razones inteligentes y progresistas, hasta que, en 1929, el voto femenino fue ratificado constitucionalmente por el gobierno de Isidro Ayora.

Desde finales del siglo XIX y empujadas por la influencia de las nuevas ideas liberales, se desarrolló un grupo de mujeres que accedieron a la educación y que impulsaron desde el ámbito del periodismo y desde sus espacios cotidianos de trabajo, nuevas visiones acerca de los roles femeninos. Aparecieron varias publicaciones que mostraban un hervidero de nuevas concepciones sobre la mujer.

En la ciudad de Quito, las revistas “La mujer” (1905); “Flora” (1918) y Alas (1934), lanzaron una nueva visión del rol de las mujeres. Y en el Puerto de Guayaquil, la “Ondina del Guayas”, (1907); “La Mujer Ecuatoriana” (1918) y “Nuevos Horizontes”  (1933) continuaron la zaga de la siembra feminista.[11]  Detrás de aquellas revistas estaban mujeres rebosantes de ideas reivindicatorias para sus congéneres: Zoila Ugarte de Landívar (machaleña) y Rosaura Emelia Galarza Heyman (guarandeña), quienes fueron las pioneras del feminismo y del periodismo ecuatoriano.[12] En los debates sobre el significado del feminismo y los objetivos más importantes de transformación existía una variedad de planteamientos, pero se destacó el tema de la educación. Surgieron, así, otras mujeres comprometidas con este cambio, como Isabel Donoso, Mercedes González de Moscoso, Josefina Veintemilla y Dolores Sucre. 

Otro tema fundamental fue el de la autonomía y el derecho al trabajo. Este grupo estaba conformado por mujeres de clase media, que habían accedido a la educación superior y que poseían una visión más centrada en la opresión de género y, por ello, se interesaban más en la participación de las mujeres en las decisiones políticas de la nación ecuatoriana, en el derecho al sufragio femenino y en el desarrollo de la mujer a través de una educación moderna y laica.  Seguían en esto el mismo pensamiento de Alfaro, que había planteado al Congreso una reforma para “franquearle a la mujer las puertas de las Universidades, a fin de que se dediquen al estudio de profesiones científicas” y la creación de “institutos especiales para el aprendizaje de artes y oficios que no riñan con su sexo”.

Entretanto, en Guayaquil se crearon organizaciones que perseguían reivindicaciones laborales para la mujer obrera. En 1918, María de Allieri y Clara Potes de Freile crearon el Centro "Aurora" y produjeron una publicación pionera de los derechos de las mujeres: "La Mujer Ecuatoriana", que se declaró abiertamente feminista, respaldada por la Confederación de Obreros del Guayas.  En ella se proponían mejoras en las condiciones de trabajo de las mujeres pobres, la creación de empresas que contratasen mano de obra femenina, capacitación y derecho a la jubilación a los 15 años de trabajo y, otras.[13]

Educadoras liberales destacadas fueron Rita Lecumberri Robles (poeta guayaquileña), Lucinda Toledo (quiteña), Mercedes Elena Noboa Saá (quiteña) y María Luisa Cevallos, todas ellas primeras egresadas del Normal de señoritas que inauguró Alfaro en 1901. Dolores J. Torres (cuencana) fundó una escuela en su casa y formó la Liga de Maestros del Azuay (1922).[14]  María Angélica Idrobo, de San Pablo del Lago (Imbabura), se educó con una beca de Alfaro[15] y su familia tuvo que desplazarse a Quito, donde conoció a Zoila Ugarte, y con ella fundaron la "Sociedad Feminista Luz de Pichincha". Posteriormente, Zoila Ugarte, Victoria Vásconez Cuvi, María Angélica Idrovo y Rosaura Emelia Galarza formaron el grupo "Alas", que publicó una importante revista. En su página editorial plasmaron un bello saludo, en el que decían, entre otras cosas:

“Salud al combate con su pluma, salud al que cansado de triunfar la colgó en la espetera legendaria, salud a la formidable legión del pensamiento, fuerza y luz del progreso, de las ideas nuevas, del arte y de la ciencia, de todo cuanto está informado por la equidad, por la belleza y por la razón”.[16]

La Revolución Liberal abrió las compuertas de la modernidad al Ecuador y propició el tránsito hacia una sociedad más democrática, menos conservadora y más abierta hacia la participación de la mujer en el ámbito educativo, laboral y cultural. Ciertamente, la Iglesia mantuvo un gran poder moral sobre la población más empobrecida, a partir de sus promesas de salvación en una “vida eterna después de la muerte”, pero la constitución del Estado laico, y de la educación laica, pública y gratuita logró armonizar una convivencia más respetuosa y menos sometida a los dictados eclesiásticos y a las imposiciones políticas de la clerecía.

Hoy, en el primer tercio del Siglo XXI muchos cambios se han producido en el planeta, en América Latina y en el Ecuador. Las mujeres hemos desarrollado una revolución silenciosa que avanza lentamente, destruyendo a su paso los múltiples prejuicios ancestrales, y las manifestaciones del machismo y del sistema patriarcal, cuestionando las infinitas discriminaciones a la mujer, reivindicando para sí el derecho a participar en igualdad de condiciones en todos los ámbitos de la sociedad y exigiendo su derecho a la palabra, a la escritura, a la ciencia, a la creación y a tomar decisiones en todos los asuntos que conciernen a la vida y bienestar de todos los seres humanos, sin distinciones ni exclusiones.


[1] Jenny Londoño López es Maestra en Ciencias Sociales con especialización en Género y Desarrollo por la Facultad  Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, y Licenciada en Sociología y Ciencias Polìticas por la Universidad Central del Ecuador , UCE. Ha sido activista del Movimiento de Mujeres a lo largo de más de 30 años. Miembro Fundador de la Coordinadora Polìtica de Mujeres Ecuatorianas y dirigente de la misma durante varios años.  Miembro de Número de la Sección de Historia y Geografía de la Casa de la Cultura Ecuatoriana CCE, y Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Historia. Ha publicado varios libros sobre historia de Género, narración y poesía.
[2] Villacrés Moscoso, Jorge W.: Historia diplomática de la República del Ecuador, II T, Departamento de Publicaciones de la U. de Guayaquil, Guayaquil,  1971, p. 30.
[3] Ketty Romoleroux G:  La mujer en la gesta liberal Alfarista. Artículo en el Diario El Telégrafo. Guayaquil, novbre 21, 2011.
[4] Juan Paz y Miño, “Mujeres en la Revolución Liberal”, Diario Hoy, 31 de enero de 1998.
[5] Ver Eugenio De Janon y Alcivar: El Viejo Luchador. Su vida Heroica y su magna obra, 1842-1942. Quito, 1948, pp.177-181.
[6] Juan Paz y Miño, cit.
[7] Ver Eugenio De Janon y Alcivar, ob. cit., pp.181-182.
[8]  Archivo del Poder Legislativo.  Mensaje del presidente de la República a las Asamblea Constituyente, 2 de junio de 1897.
[9]  Estrada Jenny: “ Aurelia Palmieri”, Imprenta Municipal de Guayaquil, Guayaquil, 2001.
[10] Registro Oficial de la Rep. del Ecuador.  Año IV, No. 669, Quito, viernes 19 de agosto de 1898. 
[11]  Ana María Goetschel y otras autoras: “De Memorias: Imágenes Públicas de las Mujeres de comienzos y fines del Siglo XX”, FONSAL, FLACSO, Municipio de Quito, Ed.TRAMA, 2007, p.11.
[12]  Jenny Londoño López,  El Sufragio Femenino y la Revolución Liberal en el Ecuador, ponencia en el Encuentro de Historiadores de América Latina y el Caribe: Las Revoluciones en América Latina y el Caribe, 14-17 de junio de 2011.
[13]  Ver:  Ana María Goetschel, y otras:  “De Memorias, Imágenes públicas de las Mujeres Ecuatorianas de comienzos y fines del Siglo XX.”, FONSAL, 2007, p.13-14.
[14]  Ver Gema, Grupo de Educadoras María Angélica, "Maestras que dejaron huellas", CONAMU, Quito, junio, 2000.
[15] María Angélica Idrobo fundó el Liceo de Señoritas Simón Bolívar, que todavía existe en la ciudad de Quito.
[16]  Grupo feminista ALAS: Editorial “Se puede compañeros”, en Revista Alas Nº 1, Quito, diciembre 1934, en la Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinoza Polit.










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