viernes, 27 de mayo de 2016

Yo sueño con que algún día la lucha por un mundo mejor despierte la misma pasión que el futbol



YO SUEÑO CON QUE ALGÚN DÍA LA LUCHA POR UN MUNDO MEJOR DESPIERTE LA MISMA PASIÓN QUE EL FUTBOL.

Por Jenny Londoño López.

Hace tiempo que tengo este pensamiento, porque el futbol es un fenómeno universal verdaderamente avasallador y es que mueve a millones de personas y de dólares. Es uno de los mejores negocios que existen.   Y he reflexionado mucho sobre la motivación de los fans del futbol. Me he sentido abrumada, sorprendida, cuando me ha tocado ver alguna vez a la gente saliendo de un estadio, digo esto porque no he ido jamás a un estadio a ver jugar futbol y lo confieso humildemente, aunque debo reconocer que sí he visto por la televisión algunos de los juegos de los mundiales, sobre todo, de los equipos latinoamericanos, como todo el mundo.  Y he llegado a pensar que lo que pasa es que el futbol ayuda, en primer lugar, a que la gente se sienta unida en un grupo determinado por un equipo al que admira o del que espera triunfos y, obviamente, los triunfos futboleros son más abundantes que los triunfos que tenemos en la vida real y cotidiana, sobre todo si pertenecemos a las clases populares o a la clase media.

Otro factor que se me ha ocurrido es el de que mucha gente que ha luchado por tener una vida mejor, por tener un gobierno mejor, por cumplir sus sueños, se despechó por los engaños de los politiqueros de la derecha y la incapacidad de algunos políticos de izquierda para llegar al poder, entonces pienso que también hay mucha gente de la izquierda despechada entre los fans del futbol. Pero sinceramente y pido perdón a los fans, me da mucha pena que los estadios estén repletos a rabiar para ver a dos equipos de futbol dándose patadas, jalándose de la camiseta, haciéndose trampas, cometiendo atropellos entre dos o tres jugadores contra un rival, y claro, de vez en cuando, también viendo un buen partido, que también los hay.


Me da mucha pena, digo, porque cuando se trata de pensar en nuestros países, de empujar el hombro para acabar la miseria, de construir una nueva sociedad sin opresores ni oprimidos, de impulsar el derecho a la educación de todos y todas, al empleo y al salario dignos, a la salud integral y gratuita, a la construcción de una sociedad humanista, equitativa y solidaria, nos encontramos con mucha gente impávida, apática, egoísta, que no le importa el bien común, que no quiere arremangarse para meter el brazo, que no quiere jugársela por nada, ni por nadie, y prefieren simplemente, pasar el resto de sus días viviendo mal o a medias, pero yendo cada domingo al futbol para enterrar entre los gritos de la multitud sus propias frustraciones.

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