martes, 7 de febrero de 2017




¿Nos conviene Trump? 
Juan J. Paz y Miño C.
En DIARIO EL TELEGRAFO


Ni Hillary Clinton ni Donald Trump ofrecían a América Latina una política imperial distinta. Clinton expresaba la continuidad de la globalización financiera neoliberal inaugurada por Ronald Reagan (1981-1989) e impulsada, de distintas formas, por los sucesivos presidentes norteamericanos. El modelo económico implantado en EE.UU. también llegó a América Latina de la mano del capital transnacional, la deuda externa y los condicionamientos del FMI. Ocasionó un verdadero desastre regional: concentración de la riqueza (América Latina pasó a ser la más inequitativa del mundo), buenos negocios empresariales pero sin responsabilidades sociales ni estatales, desborde del consumismo, corrupción, debacle del Estado y los servicios públicos, desnacionalización y reprimarización de las economías, deterioro sistemático de las condiciones de vida y trabajo de la población, auge de la protesta social, hegemonía política de las derechas e ingobernabilidad. Pero lo que se ocultó en los grandes medios de comunicación privados y en la propaganda global es que algo parecido ocurría en EE.UU. De modo que el triunfo de Trump ha sido una reacción contra el “establishment” que deterioró la economía industrial y productiva interna, endeudó al país, afectó obras y servicios públicos, incrementó la pobreza y el desempleo, marginalizó a otros segmentos de la población media y baja, pero enriqueció, como nunca antes, al 1% de la sociedad. El gran capital, los medios de comunicación y los financistas que apoyaron abiertamente a Clinton han quedado descolocados. Trump movilizó el nacionalismo blanco, anglosajón, puritano, “golpeado” por décadas de neoliberalismo financiero. Por ello reivindica la recuperación del país perdido; cuestiona los tratados de libre comercio y apunta al proteccionismo; observa la pérdida de la hegemonía norteamericana ante el avance de China y Rusia; intuye el despilfarro económico en las guerras de intervención en los países musulmanes y petroleros; ilusiona con la necesidad de devolver a EE.UU. su tradicional primacía. Nada asegura que Trump siga un camino distinto al de la globalización neoliberal. Pero en los propios EE.UU. su voz crítica es una señal hacia el futuro, en coincidencia con el Brexit británico y hasta en la línea igualmente crítica que impulsó Bernie Sanders al tratar de alcanzar la nominación demócrata a la presidencia, en competencia con Hillary Clinton. Sin embargo, si realmente Trump lograra dar pasos “antineoliberales”, crecerían las oportunidades para el cuestionamiento de América Latina al modelo empresarial-neoliberal que reviven los gobiernos de Argentina y Brasil, y que inspiran a las candidaturas de la oposición de derecha en Ecuador para la presidencia de 2017, en claro intento por restaurar esa política económica fracasada. El lado más peligroso está en el Trump “populista”, amenazador contra Cuba y Venezuela, pero también contra México o los migrantes, que, junto al nacionalismo interno, puede reanimar el intervencionismo en América Latina, al estilo del “cowboy” Theodore Roosevelt (1901-1909). (O)

Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/nos-conviene-trump

Si va a hacer uso de la misma, por favor, cite nuestra fuente y coloque un enlace hacia la nota original. www.eltelegrafo.com.ec¿Nos conviene Trump? Juan J. Paz y Miño C. Ni Hillary Clinton ni Donald Trump ofrecían a América Latina una política imperial distinta. Clinton expresaba la continuidad de la globalización financiera neoliberal inaugurada por Ronald Reagan (1981-1989) e impulsada, de distintas formas, por los sucesivos presidentes norteamericanos. El modelo económico implantado en EE.UU. también llegó a América Latina de la mano del capital transnacional, la deuda externa y los condicionamientos del FMI. Ocasionó un verdadero desastre regional: concentración de la riqueza (América Latina pasó a ser la más inequitativa del mundo), buenos negocios empresariales pero sin responsabilidades sociales ni estatales, desborde del consumismo, corrupción, debacle del Estado y los servicios públicos, desnacionalización y reprimarización de las economías, deterioro sistemático de las condiciones de vida y trabajo de la población, auge de la protesta social, hegemonía política de las derechas e ingobernabilidad. Pero lo que se ocultó en los grandes medios de comunicación privados y en la propaganda global es que algo parecido ocurría en EE.UU. De modo que el triunfo de Trump ha sido una reacción contra el “establishment” que deterioró la economía industrial y productiva interna, endeudó al país, afectó obras y servicios públicos, incrementó la pobreza y el desempleo, marginalizó a otros segmentos de la población media y baja, pero enriqueció, como nunca antes, al 1% de la sociedad. El gran capital, los medios de comunicación y los financistas que apoyaron abiertamente a Clinton han quedado descolocados. Trump movilizó el nacionalismo blanco, anglosajón, puritano, “golpeado” por décadas de neoliberalismo financiero. Por ello reivindica la recuperación del país perdido; cuestiona los tratados de libre comercio y apunta al proteccionismo; observa la pérdida de la hegemonía norteamericana ante el avance de China y Rusia; intuye el despilfarro económico en las guerras de intervención en los países musulmanes y petroleros; ilusiona con la necesidad de devolver a EE.UU. su tradicional primacía. Nada asegura que Trump siga un camino distinto al de la globalización neoliberal. Pero en los propios EE.UU. su voz crítica es una señal hacia el futuro, en coincidencia con el Brexit británico y hasta en la línea igualmente crítica que impulsó Bernie Sanders al tratar de alcanzar la nominación demócrata a la presidencia, en competencia con Hillary Clinton. Sin embargo, si realmente Trump lograra dar pasos “antineoliberales”, crecerían las oportunidades para el cuestionamiento de América Latina al modelo empresarial-neoliberal que reviven los gobiernos de Argentina y Brasil, y que inspiran a las candidaturas de la oposición de derecha en Ecuador para la presidencia de 2017, en claro intento por restaurar esa política económica fracasada. El lado más peligroso está en el Trump “populista”, amenazador contra Cuba y Venezuela, pero también contra México o los migrantes, que, junto al nacionalismo interno, puede reanimar el intervencionismo en América Latina, al estilo del “cowboy” Theodore Roosevelt (1901-1909). (O) ENLACE CORTO Lectura estimada: 2 min Contiene: 457 palabras Lo último de Juan J. Paz y Miño C. Trump ¿otro populista latinoamericano? Debate presidencial: un poco de terruño Gobierno de empresarios Una década ciudadana Ecuador: elecciones con historia Ir arr Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO bajo la siguiente dirección: http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/columnistas/1/nos-conviene-trump Si va a hacer uso de la misma, por favor, cite nuestra fuente y coloque un enlace hacia la nota original. www.eltelegrafo.com.ec¿Nos conviene Trump? Juan J. Paz y Miño C. Ni Hillary Clinton ni Donald Trump ofrecían a América Latina una política imperial distinta. Clinton expresaba la continuidad de la globalización financiera neoliberal inaugurada por Ronald Reagan (1981-1989) e impulsada, de distintas formas, por los sucesivos presidentes norteamericanos. El modelo económico implantado en EE.UU. también llegó a América Latina de la mano del capital transnacional, la deuda externa y los condicionamientos del FMI. Ocasionó un verdadero desastre regional: concentración de la riqueza (América Latina pasó a ser la más inequitativa del mundo), buenos negocios empresariales pero sin responsabilidades sociales ni estatales, desborde del consumismo, corrupción, debacle del Estado y los servicios públicos, desnacionalización y reprimarización de las economías, deterioro sistemático de las condiciones de vida y trabajo de la población, auge de la protesta social, hegemonía política de las derechas e ingobernabilidad. Pero lo que se ocultó en los grandes medios de comunicación privados y en la propaganda global es que algo parecido ocurría en EE.UU. De modo que el triunfo de Trump ha sido una reacción contra el “establishment” que deterioró la economía industrial y productiva interna, endeudó al país, afectó obras y servicios públicos, incrementó la pobreza y el desempleo, marginalizó a otros segmentos de la población media y baja, pero enriqueció, como nunca antes, al 1% de la sociedad. El gran capital, los medios de comunicación y los financistas que apoyaron abiertamente a Clinton han quedado descolocados. Trump movilizó el nacionalismo blanco, anglosajón, puritano, “golpeado” por décadas de neoliberalismo financiero. Por ello reivindica la recuperación del país perdido; cuestiona los tratados de libre comercio y apunta al proteccionismo; observa la pérdida de la hegemonía norteamericana ante el avance de China y Rusia; intuye el despilfarro económico en las guerras de intervención en los países musulmanes y petroleros; ilusiona con la necesidad de devolver a EE.UU. su tradicional primacía. Nada asegura que Trump siga un camino distinto al de la globalización neoliberal. Pero en los propios EE.UU. su voz crítica es una señal hacia el futuro, en coincidencia con el Brexit británico y hasta en la línea igualmente crítica que impulsó Bernie Sanders al tratar de alcanzar la nominación demócrata a la presidencia, en competencia con Hillary Clinton. Sin embargo, si realmente Trump lograra dar pasos “antineoliberales”, crecerían las oportunidades para el cuestionamiento de América Latina al modelo empresarial-neoliberal que reviven los gobiernos de Argentina y Brasil, y que inspiran a las candidaturas de la oposición de derecha en Ecuador para la presidencia de 2017, en claro intento por restaurar esa política económica fracasada. El lado más peligroso está en el Trump “populista”, amenazador contra Cuba y Venezuela, pero también contra México o los migrantes, que, junto al nacionalismo interno, puede reanimar el intervencionismo en América Latina, al estilo del “cowboy” Theodore Roosevelt (1901-1909). (O) ENLACE CORTO Lectura estimada: 2 min Contiene: 457 palabras Lo último de Juan J. Paz y Miño C. Trump ¿otro populista latinoamericano? Debate presidencial: un poco de terruño Gobierno de empresarios Una década ciudadana Ecuador: elecciones con historia Ir arr

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jueves, 1 de septiembre de 2016

¡Fuera Temer, aunque tarde!

João Pedro Stedile

ALAI AMLATINA, 01/09/2016.- El golpe parlamentario/ judicial/ mediático está consumado después de largos capítulos de una novela de la que ya se sabía el final, porque la mayoría de los actores ya habían cobrado para ejercer apenas aquel script.

El problema no era de DILMA, que hasta se esforzó para adoptar el ajuste fiscal exigido por la burguesía y entregó la política económica a Bradesco, en el 2015. No hubo crimen, al final de cuentas, el Sr. Temer también firmó decretos de pedaleadas fiscales y más de 17 gobernadores, entre ellos el relator Sr. Anastasia. Ninguno de ellos fue castigado.

La farsa fue tan grande que no tuvieron coraje de quitarle los derechos políticos. Apenas le robaron el mandato.

La burguesía precisa de un gobierno totalmente suyo para poder implementar su plan neoliberal, y así recuperar sus lucros y acumulación de capital frente a la grave crisis económica que vivimos, aquí en Brasil, en América Latina y en todo el mundo. O sea, precisan cargar sobre las espaldas del pueblo, los costos de la crisis. Y para eso es necesario tener el control absoluto de todos los poderes de la República: ejecutivo, legislativo, judicial y los medios.

Ahora, cabe a las fuerzas populares, iglesias, intelectuales, artistas y medios de comunicación, analizar nuestros errores, corregirlos y seguir firmes, unidos para enfrentar las próximas batallas que serán tan importantes cuanto las batallas contra el golpe.

La batalla a seguir será defender los derechos sociales y laborales, frente a la avalancha neoliberal que vendrá desde el congreso, ¡de desmonte de todos los derechos conquistados en el último siglo!

Después. Sin seguir el orden cronológico, está la batalla por la defensa de los recursos naturales que la burguesía quiere privatizar para recuperar su patrón de acumulación, como el petróleo del pré-sal, las tierras, la biodiversidad, los minerales, el agua, etc.

Tenemos la batalla por garantizar los recursos públicos, que nuestros impuestos sean destinados a las necesidad de la población, en la salud (se avecina el desmonte del Sistema Único de Salud), en la educación, en vivienda popular y en reforma agraria.

No podemos callarnos frente a las denuncias de la Operación Lava Jato [que investiga corrupción en la Petrobras], que incrimina al vicepresidente impostor y varios ministros. Debemos exigir el justo castigo de esos dirigentes del PSDB, DEM, PP y PMDB, que ahora posan como si no se debiesen nada… y se esconden atrás de la clara persecución a dirigentes del PT.

Precisamos derrotar a este gobierno golpista. Él no tiene ninguna legitimidad. No fue electo por el pueblo. Muchos senadores que lo eligieron, responden a procesos de corrupción, de todo orden. El programa que está adoptando, de ataque a los derechos del pueblo, no fue elegido por las urnas. Por eso FUERA TEMER, es una necesidad para recomponer el proceso democrático brasileño.

Y es la mayor de todas las batallas: lucharemos por cambios en el sistema político del país, como una reforma política y de los medios de comunicación, que solamente será posible a través de una asamblea constituyente, exclusiva.

Todas esas batallas exigen luchas de masas y grandes movilizaciones populares. La salida más rápida que las calles pueden conquistar es exigir la realización de un plebiscito popular, que devuelva al pueblo el derecho a decidir, sobre el pré-sal; sobre la anticipación de las elecciones, sobre la convocatoria a una asamblea constituyente.

Muchas luchas nos esperan por delante.

A los golpistas, sólo les restan las burlas que el basurero de la historia les reservó.

Revista Caros Amigos,  31 de agosto de 2016

domingo, 7 de agosto de 2016


El terrorismo islámico creado por  EEUU e Israel- 03/Agosto/2016
El mundo vive al borde de una crisis humanitaria mundial
Por Diego Olivera Evia
“Si alguna vez hubo en la historia de la humanidad, un enemigo del mundo entero, que ataque a todo el mundo, de una forma o de otra, y que ese enemigo sea verdaderamente universal, ese enemigo es precisamente el imperialismo yanqui.”  Fidel Castro
Hoy vivimos tristes y consternados, por la violencia y muerte de ciudadanos franceses, ante la violencia terrorista del estado Islámico (denominado ELI, o Dahes en arabe), que en varios atentados creó el caos y el terror en miles de parisinos. La respuesta del gobierno francés de François Hollande, decreto el estado de sitio y cerró las fronteras, además le declaró la guerra al IL, generando una ola de bombardeos sin brújula, asesinando a civiles de Siria, en coordinación con EEUU, sin coordinar con este país, ni con Rusia,  que son los que ha llevado la ofensiva contra el denominado Estado Islámico,  para ahora hacer una reunión con EEUU y Rusia, para crear un bloque militar contra el terrorismo.
Quien es el estado Islámico quien lo financia?
Nos pareció  importante citar a una nota publicada de RT, sobre “La creación del Estado Islámico por parte de EE.UU. que ha pasado por tres etapasla destrucción de los regímenes seculares y estabilizadores de Irak y Siria y el apoyo a los fundamentalistas sunitas contra Assad”, según lo afirma  el historiador Robert Freeman. El cual analiza que: “Lo más importante que hay que entender sobre el Estado Islámico es que fue creado por EE.UU.”, afirma el historiador Robert Freeman en el portal de noticias Common Dreams. Su creación pasó por tres etapas importantes, precisa.
“La primera etapa de la creación del grupo Estado Islámico se produjo durante la guerra de Irak y el derrocamiento del gobierno secular de Sadam Husein. Según el autor, el régimen de Husein fue “corrupto, pero estabilizador”: durante su gobierno Al Qaeda no existía dentro de Irak, y el Estado Islámico tiene su origen precisamente en Al Qaeda. Además, EE.UU. dejó el poder en Irak –la mitad de la población del país es sunita– en manos de un Gobierno chiita”. El hecho de que el Ejército iraquí y kurdo –los peshmerga (kurdos)– fueran derrotados por el Estado Islámico se debe a que los sunitas prefieren aliarse con sus correligionarios yihadistas a hacerlo con sus “adversarios religiosos” chiitas, afirma el historiador.
La segunda etapa se dio “en la campaña contra el Gobierno de Bashar al Assad en Siria. El presidente sirio contaba con una fuerza, que durante muchos años mantuvo en “paz relativa” a un conjunto de sectas religiosas dentro del país, estima Freeman. En sus intentos de desestabilizar al Gobierno de Siria, EE.UU. ayudó a los “precursores” del Estado Islámico en el país, entre los cuales, según el autor, se encuentra el Frente al-Nusra”.
La tercera etapa de la formación del Estado Islámico tuvo lugar cuando “EE.UU. organizó a Arabia Saudita y Turquía para que financiaran y apoyaran a los rebeldes en Siria”,quienes, según Freeman, ya eran un “proto-Estado Islámico”Arabia Saudita profesa principalmente el wahhabismo, una de la más “virulentas y agresivamente antioccidentales” versiones del  Islam. Lo que explica que 15 de los 19 terroristas que secuestraron los aviones del 11 de septiembre de 2001 fueran sauditas, así como el propio líder de Al Qaeda Osama ben Laden, recuerda”.
A su vez Turquía persigue sus propios intereses en la región,algo demostrado por el hecho de que este país “que ha financiado y promovido al Estado Islámico” no se haya unido a los actuales ataques aéreos realizados por EE.UU. y sus aliados contra posiciones del grupo yihadista en Siria. Tampoco le interesa a Turquía que sean fuertes los kurdos que combaten contra el Estado Islámico, ya que en caso de que se acabara formando un estado kurdo, “una parte suya sería hoy parte del territorio turco”, explica Freeman.
Pese a haber creado al Estado Islámico, “EE.UU. muestra sus fragilidades a la hora de combatirlo debido a la ausencia de una “estrategia coherente”. En este sentido, los “rebeldes moderados” que EE.UU. entrenaba en Siria contra Assad ahora se niegan a luchar contra el Estado Islámico, algo que, según el autor, no es sorprendente, ya que estos rebeldes entregaban a los yihadistas armas suministradas por EE.UU”., recuerda el autor. “Las fuerzas más capaces de vencer al Estado Islámico” a corto plazo, concluye, son Rusia, Siria e Iránpero EE.UU. prefiere ver como la situación de los terroristas se agrava antes que verlos “vencidos por los enemigos de EE.UU.”, concluye el historiador.

El terrorismo islámico hijo de terrorismo de EEUU y la OTAN
Este análisis del historiador Robert Freeman, confirma una vez más que EEUU, crea sus propios monstruos, sus terroristas ya sean mercenarios, como grupos radicales islamistas, para destruir naciones árabes que se oponen a su dominio y explotación, la destrucción de Irak, la devastación de Libia, la guerra y los miles de asesinados en Siria, como los recientes ataques de Arabia Saudita, a Yemen, muestran el carácter intervencionista de EEUU.
Tampoco podemos olvidar los financiamientos a Israel, para atacar a Palestina y llevarla al exterminio, pese a los esfuerzos de la ONU, para lograr el cese de la violencia,también los ataques del Estado Judío al Líbano, apoyando a fracciones terroristas islámicas, lo que muestra el viejo adagio, al que hierro mata, con hierro muere.
Estos hechos muestran, como el Papa Francisco ha manifestado, estamos en el “inicio de la tercera guerra mundial”, donde las normas de esta guerra, la ponen los países imperialistas, bajo la hegemonía de EEUU, que como los manifestó el presidente Barak Obama en sus bombardeos a Siria, donde cayeron bombas en un hospital,que pedía disculpa, pero era parte de los efectos secundarios de la guerra.
Ahora nuevas informaciones derivadas de los correos ilegales, de la candidata del Partido Demócrata de EUUU, Hillary Clinton, cuando era la canciller de Barak Obama, demostraban los acuerdos de ésta con el Estado Israelí, para armar el Estado Islámico con armas provenientes de EEUU. Además se ha denunciado que el denominado Califa   Ayman al-Zawahiri, Zarqaui, es israelí y forma parte de la guerra contra Siria e Irak, no se ha confirmado si es un disidente o un infiltrado, así   lo han informado medios de prensa y la redes mundiales.

El mundo vive al borde de una crisis humanitaria mundial
El dolor de la victimas de Paris, es la misma de los palestinos, de los sirios, de los yemenitas, de Libia, serian decenas de ejemplos, de guerras criminales de EEUU, Vietnam, Corea, América Latina, millones de seres humanos han muerto, en el Siglo XX,  como ahora pasa en el Siglo XXI, el horror y la muerte. Estos hechos apocalípticos sobre la humanidad, son parte de los países imperialistas, como EEUU y la OTAN, que buscan un nuevo orden mundial, un nuevo reparto de las materias primas, petróleo, minerales, agua, es la dominación de los mercados, sobre los países subdesarrollados y tercermundistas, es el poder de la riqueza, contra la pobreza mundial.
Muchos de nuestras naciones han caído en la tentación, de concebir a EEUU y Europa, como los países del desarrollo, de la prosperidad, pero la historia ha mostrado, que han sido estos países, en más de 5 siglos, los depredadores de la Historia, de los saqueos y miles de millones de seres humanos, aniquilados, culturas barridas, obras de arte sepultadas y robadas. Vivimos una sociedad capitalista, donde el ser humano es una mercancía desechable, donde la muerte y la destrucción, son parte del imperialismo, que busca un mundo unipolar, dirigido por el Complejo Militar Industrial, los Monopolios, siendo solo el 10 por ciento de la humanidad –o mucho menos–, la que rige nuestros destinos y nuestra vida.

viernes, 27 de mayo de 2016

Yo sueño con que algún día la lucha por un mundo mejor despierte la misma pasión que el futbol



YO SUEÑO CON QUE ALGÚN DÍA LA LUCHA POR UN MUNDO MEJOR DESPIERTE LA MISMA PASIÓN QUE EL FUTBOL.

Por Jenny Londoño López.

Hace tiempo que tengo este pensamiento, porque el futbol es un fenómeno universal verdaderamente avasallador y es que mueve a millones de personas y de dólares. Es uno de los mejores negocios que existen.   Y he reflexionado mucho sobre la motivación de los fans del futbol. Me he sentido abrumada, sorprendida, cuando me ha tocado ver alguna vez a la gente saliendo de un estadio, digo esto porque no he ido jamás a un estadio a ver jugar futbol y lo confieso humildemente, aunque debo reconocer que sí he visto por la televisión algunos de los juegos de los mundiales, sobre todo, de los equipos latinoamericanos, como todo el mundo.  Y he llegado a pensar que lo que pasa es que el futbol ayuda, en primer lugar, a que la gente se sienta unida en un grupo determinado por un equipo al que admira o del que espera triunfos y, obviamente, los triunfos futboleros son más abundantes que los triunfos que tenemos en la vida real y cotidiana, sobre todo si pertenecemos a las clases populares o a la clase media.

Otro factor que se me ha ocurrido es el de que mucha gente que ha luchado por tener una vida mejor, por tener un gobierno mejor, por cumplir sus sueños, se despechó por los engaños de los politiqueros de la derecha y la incapacidad de algunos políticos de izquierda para llegar al poder, entonces pienso que también hay mucha gente de la izquierda despechada entre los fans del futbol. Pero sinceramente y pido perdón a los fans, me da mucha pena que los estadios estén repletos a rabiar para ver a dos equipos de futbol dándose patadas, jalándose de la camiseta, haciéndose trampas, cometiendo atropellos entre dos o tres jugadores contra un rival, y claro, de vez en cuando, también viendo un buen partido, que también los hay.


Me da mucha pena, digo, porque cuando se trata de pensar en nuestros países, de empujar el hombro para acabar la miseria, de construir una nueva sociedad sin opresores ni oprimidos, de impulsar el derecho a la educación de todos y todas, al empleo y al salario dignos, a la salud integral y gratuita, a la construcción de una sociedad humanista, equitativa y solidaria, nos encontramos con mucha gente impávida, apática, egoísta, que no le importa el bien común, que no quiere arremangarse para meter el brazo, que no quiere jugársela por nada, ni por nadie, y prefieren simplemente, pasar el resto de sus días viviendo mal o a medias, pero yendo cada domingo al futbol para enterrar entre los gritos de la multitud sus propias frustraciones.

Artículo: Brasil es un espejo, de Carol Murillo Ruiz